Ni uno solo de los 135
países que ocuparon el territorio de lo que hoy es México, antes de la llega de
los españoles, escribió alfabéticamente. Lo que pasó oralmente de generación en
generación, nada trata sobre predicciones referidas al actual año 2012.
Todo lo que se diga, o se
ha dicho, se escriba o se haya escrito, en torno a que el mundo se acaba el 21
de diciembre del 2012 como profecía maya, es mentira.
Y esa falsedad que ha
permeado en la ingenuidad de algunas conciencias, motivada por la mala fe y la
ignorancia, está siendo aprovechada por gente que de todo hace instrumentos de
explotación.
Si hubo un país que amara
la vida, del siglo XV de nuestra era hacia atrás, fue el de los mayas. Hasta
aquí este tema. No vale la pena seguir escribiendo al respecto.
Ahora bien, hay tiempos
que se prestan para escribir, responsablemente, sobre temas escabrosos, pero
ineludibles. En estas épocas en que el territorio patrio se encuentra tan lleno
de cadáveres por el miedo y la torpeza de la gente del poder, bien podemos
tratar algo sobre el aborto desde una perspectiva jurídica, en su vinculación
con varios fenómenos sociales.
La
tipología que comúnmente establece al aborto como delito se compone de los
siguientes elementos: “Aborto es la
muerte del producto de la concepción en cualquier momento de la preñez”.
Entendido así el aborto, éste puede darse accidentalmente, sin que obre para ello el consentimiento de nadie. En este caso, todos debemos de entender que no hay delito que perseguir ni mucho menos pena que aplicar.
Entendido así el aborto, éste puede darse accidentalmente, sin que obre para ello el consentimiento de nadie. En este caso, todos debemos de entender que no hay delito que perseguir ni mucho menos pena que aplicar.
Pero cuando hay el
consentimiento de la madre, con o sin el auxilio de terceros, en la Historia
del Hombre encontramos que ese asunto del aborto se ha visto de variadas
formas, y frente a él se han aprobado normas de derecho distintas. Ha habido
épocas y lugares en donde el aborto no se vio como un mal, y gozó de impunidad
absoluta. Tiempos y sitios han existido en donde todo aborto se calificó como
un gran mal, y para todas las formas en que se daba hubo penalidades
exageradas. Después llegaron las atenuaciones de la sanción para todos los
casos, para posteriormente presentarse una tendencia vigorosa que propugna la
impunidad en ciertos tipos de abortos, pero no en todos.
Ahora, a esta altura del
siglo XXI y especialmente en México, se enfrentan dos tendencias, a las que
debemos escuchar con respeto, registrar sus razones, unas antiguas y otras
nuevas, algunas dogmáticas y otras lógicas, pero después de ello, la población,
el Estado Mexicano, y las autoridades que nos representan debemos decidir y
obrar con toda sensatez, para resolver los problemas que en la materia vivimos.