lunes, 25 de abril de 2011

NUESTRO HOGAR CÓSMICO

¿A Dónde se Dirige?
NUESTRO HOGAR CÓSMICO                                                                                
            Cada día 22 de abril, desde el año 1970, millones de activistas de cerca de 200 países, en sus diferentes idiomas, lanzan de manera socializada y activa un llamado para que se salve a nuestro planeta.
            Ese mensaje de salvaguarda, que se inició como un símbolo, cada día tiene más sentido práctico y de urgencia cotidiana, lo que nos mueve a considerar que no se trata de una actividad anual ni de una ceremonia ritualista.
            La Tierra, nombre que hace milenios nuestros antepasados le endilgaron al planeta que nos generó, y nos alberga, corre en realidad variados peligros, graves para ella, y mortales para nosotros, los seres vivos que la tenemos, en gozo, como nuestro hogar cósmico.
            Son tanto externas como internas dichas amenazas planetarias. Del exterior nos pueden advenir, entre otros eventos: colisiones, llamaradas solares, drásticas alteraciones en los gases de nuestra atmósfera o supresión de ella, fuerzas gravitacionales que nos conduzcan a ser devorados por agujeros negros.
            Para la mayor parte de estos males externos poco o nada podemos hacer todavía, de manera directa. La ciencia y las tecnologías humanas no han llegado tan lejos en su desarrollo; sin embargo, para los problemas internos que enfrenta la Tierra, el ser humano algo puede hacer, debe hacer, o puede y debe dejar de hacer.
            Y, en efecto, los desastres internos se encuentran más cercanos y a la vista. La irresponsable tala de los bosques, o el incendio de ellos; la contaminación de las aguas, tanto de los arroyos, como de los ríos, los lagos y los mares; el envenenamiento de la atmósfera, la afectación del aire, como resultado de una inaceptable forma de desenvolvimiento industrial.
            Intoxicación del suelo, y afectación de sus productos; explotación irracional del subsuelo, a grado de generar inestabilidad en la superficie en donde habitamos los humanos.
            Manejo inadecuado de la energía nuclear, al no reducir los márgenes de riesgo previsibles, como se ocasionó en la vieja URSS, o como acontece en Japón, o puede suceder en México, en el complejo de Laguna Verde.
            Nuestro humanismo, en este delicado tema, debe ser práctico, cotidiano, y eficaz. Nuestras autoridades, bajo la coordinación con sus representados, deben de imponer reglas para nuestra producción, nuestros transportes, nuestros consumos, y el manejo de nuestros desechos; en ello, el gobierno, inflexible, debe poner el ejemplo.
            Si los servidores públicos fallan en todo eso, deben ser de inmediato destituidos y sancionados.
            Por lo que ve a la población, y a sus integrantes individualmente considerados, debemos de ser educados, y tenemos que auto educarnos, para cumplir con rigor y disciplina las reglas establecidas para salvarnos a nosotros mismos, salvando a la Tierra.
            Morelia, como una ciudad estudiantil de elevados niveles, puede ser una urbe ejemplo en este tipo de desarrollo sustentable y, con urgencia, requerido.
            Es cierto que fuerzas económicas poderosas han llevado a nuestra ciudad a crecimientos, pero para la obtención de ganancias desorbitadas; es verdad que la necesidad de vivienda, y la pobreza, han conducido a Morelia al desorden y a crecimientos cancerosos. Por ello, debemos aceptar el reto de una regeneración, que nos conduzca, en todos los órdenes, a una mejor calidad de vida, salvando al planeta, y a nosotros mismos.