miércoles, 20 de abril de 2011

DESPEDIDA DE JESÚSCRISTO

Mestizajes Religiosos
DESPEDIDA DE JESÚSCRISTO                                                                                
            Robert von Ranke Graves, (1895-1985) escritor y erudito británico, es autor de una novela histórica que sorprendió a muchos poco antes de que concluyera la primera mitad del siglo XX: Rey Jesús.
            A Jesús lo presenta como una figura histórica, un verdadero hacedor de maravillas, pero un personaje que nace, vive, muere, resucita, y dice adiós y desaparece, en el seno de la religión judaica, sin tener personalmente nada que ver con los posteriormente llamados “crestianos”, así con “e”, y no con “i”, como ahora se conocen.
            Ya que para los hebreos de aquellos tiempos, la palabra judía “chrestos” era igual a “buen hombre”. Así que Jesúscristo no significaba más que Jesús, el buen hombre.
            Pero un buen hombre con muchas hazañas, entre otras, “una fabulosa… aunque sus ejecutores certificaron su muerte después de una crucifixión normal y lo pusieron en una tumba, dos días después volvió a reunirse con sus amigos galileos de Jerusalén y los convenció de que no era un espectro; luego dijo adiós y desapareció de modo igualmente misterioso…
            El judaísmo de aquel entonces estaba lleno de ceremonias formales, de ritualismos excesivos, de sacrificios innecesarios y, ante todo ello, ese buen hombre llamado Jesús enseñaba, más con el ejemplo que con su palabra, que Jehová, el Dios de los judíos, valoraba más la virtud moral que todas las ceremonias, sacrificios y ritualismos juntos.
            Hoy, para este llamado jueves santo, he retomado el libro de ese talentoso egresado de Oxford, que nos muestra en sutil desarrollo histórico los mestizajes entre todas las culturas y, por ende, entre todas las religiones.
            Así que el judaísmo, matriz del cristianismo, tiene elementos egipcios, griegos, hindúes, persas, entre una rica variedad de incrustaciones de otros lares y costumbres.
            Tal es la vida del hombre, por eso Graves denuncia que los actuales Evangelios han alterado la historia original, y que Jesús sobre todo fue un hombre, “heredero legítimo del trono de Herodes, un profeta fiel a la ley judía y personaje central de una compleja y conmovedora tragedia histórica”.
            Jesús, al ver que lloraban las mujeres de su casa al observarle cargando la cruz, flagelado, con su carne ensangrentada, volvió y dijo jadeante: “Llorad por vosotras mismas, no por mí. El día de la ira se aproxima…
            Y, antes, les había dicho Jesús a sus apóstoles: “He venido a deciros adiós. Dentro de muy poco, me veréis por última vez; y nuevamente muy poco después me veréis con más claridad que hasta ahora”; y murió, y resucitó, y volvió a despedirse, y se quedó para siempre.
            Porque tengo, para mí, que la historia no sólo descubre hechos, sino sobre todo los inventa y los modela; suele, incluso, remodelarlos con magistral constancia, y en muchas ocasiones esta tarea se hace con el ánimo sano de mejorar el desarrollo del Hombre.
            De tal suerte que si Jesús sigue vivo, y derrotó a la muerte, su poder está ligado a la Tierra, y a quienes en ella vivimos. Qué bueno que sea un poder del bien y del amor, que cambie a todos los que, ahora, parecen ser los mensajeros de la muerte y del odio.