miércoles, 30 de diciembre de 2009

ADIÓS 2009; HOLA 2010

El Tiempo del Ser
ADIÓS 2009; HOLA 2010

Me encuentro releyendo Ser y Tiempo de Martín Heidegger (1889-1976) ese filósofo alemán, existencialista, ateo, quien fuera Rector de la Universidad de Friburgo, y uno de los más importantes ideólogos del nacional socialismo, quien entendió al Hombre como “ser ahí”, o sea, “como una existencia de aquello que él puede ser… y tal cual él, es su posibilidad”. Y esa categoría de “posibilidad” que el ser tiene, es sostenida por su raíz profunda y primaria: “el tiempo”.
Además, para Heidegger la importancia de la filosofía no es la de ser una disciplina, sino que es la vida misma.
Debo decir que no comparto muchos de los conceptos vertidos por este inteligente metafísico subjetivista, sin embargo lo he traído a colación por tenerlo a la mano, porque lo que estoy recordando aquí de él me parece salvable, y porque su pensamiento, sin que lo confiesen expresamente, lo aplican los poderosos de este mundo, lo que significa que vivimos, de alguna manera y a la chita callando, en un nacifascismo soterrado.
Pero en fin, empecé a hablar sobre el ser y el tiempo, como conceptos filosóficos, para recordar el tiempo del ser, como un hecho cotidiano, común, habitual, al alcance de todos los seres humanos, y no de la exclusividad de los filósofos.
Ese tiempo que contamos por segundos, minutos, horas, días, semanas, meses, años, siglos; ese tiempo que vivimos, midiéndolo con un reloj, con el amanecer y el ocaso, o a través de todas las actividades que podemos generar dentro de dicho lapso.
Ese tiempo que tenemos para trabajar, leer, conversar, beber, convivir, dormir, comer, divertirnos, para amar. Es decir, ese tiempo que tenemos para vivir, y para morir.
Ese tiempo que nos permite ser, o no ser, bajo las múltiples posibilidades de la existencia.
Un tiempo al que según el calendario del mundo occidental, producto de una cultura ahora dominante, le vamos a dejar de llamar Año 2009, para en breves horas denominarle Año 2010; al primero le expresaremos: Adiós; al segundo le diremos: Hola.
¿Y en el fondo de qué y/o de quién nos despedimos? En la realidad, ¿a qué y/o a quién le damos la bienvenida con ese hola?
Cosas malas y buenas dejamos atrás, según la creencia dominante; aun que al parecer no las dejamos, sino las cargamos, y no detrás, sino en todo nuestro ser.
Mientras que las cosas buenas y malas que nos llegarán, con el año que se aproxima, no son jamás ajenas a lo bueno y a lo malo del año que agoniza. Está tan vinculado el ser de las cosas con el ser del tiempo.
De esa manera, lo que puedo desear para nuestros pacientes y benévolos lectores es una saludable, próspera y feliz existencia, en su ser y en su tiempo.