lunes, 25 de septiembre de 2017

LOGOS
Violencia de la naturaleza
LA CONCORDIA, ANTE LA DESGRACIA
        En breve lapso del 2017, nuestro país padeció sacudimientos telúricos de efectos desastrosos. Chiapas y Oaxaca; después Puebla, Morelos y Ciudad de México.
        Si ante nuestra vista ponemos el mapa del vertical continente americano, vemos que las partes angostas y débiles son la península de Baja California, y del sur de nuestro territorio nacional hasta Panamá.
        En esa parte frágil del espacio en que vivimos, conllevamos varios volcanes en plena actividad, hirvientes hornos por donde la materia incandescente ha encontrado sus fáciles salidas.
        A eso, agreguemos que nuestros ancestros poblaron terrenos sin sólida vocación para sostener las casas del Hombre; por ejemplo, la gran laguna de varios nombres, donde se construyó la Gran Tenochtitlán, hoy capital mexicana.
        El territorio nacional tiene cerca de 2 millones de kilómetros cuadrados, y en una minúscula fracción de mil kilómetros se ha afincado el 25% de nuestra población.
        Agravan las cosas los cientos de explosiones atómicas que los poderosos del mundo han detonado. Deforestaron. Han extraído petróleo y gas de las entrañas de la Tierra por billones y billones de barriles y de litros, y los ha quemado de diversas formas hasta contaminar la atmósfera planetaria.
        El calentamiento global del orbe está a la vista. Los  polos del planeta, en exterminio. Arroyos, ríos, lagos, mares y océanos, van camino a convertirse en basureros.
        En lo cósmico, la Vía Láctea pasa por una ruta peligrosa, y nuestro Sol se mancha más y escupe bocanadas de sus nucleares  excreciones de fuego, lo que afecta al globo terráqueo.
        A la violencia de la naturaleza le sumamos la violencia humana.
        Problema es el haber sobrepoblado de humanos a este planeta generoso que nos ha procreado y sostenido.
        Frente a ese lado oscuro de las cosas, los humanos requerimos un talentoso y eficiente trabajo de la ONU, para poder ordenar en libertad responsable y consciente todo un sistema normativo que encauce y regule las acciones y omisiones humanas, de personas y países.
        Respecto al desastre motivado por los terremotos recientes en México, los pueblos del mundo brindan su solidaridad y auxilio, y los mexicanos, con disciplinada fortaleza y honor, otra vez remueven escombros para salvar vidas.
        Cadenas humanas de mujeres y hombres, de niños, jóvenes y adultos, de todas las condiciones económicas, sociales, religiosas y educativas, han dado su aporte con inteligencia y trabajo.
        Existen desde luego quienes desentonan; pero se ha erigido la concordia nacional, ante la desgracia.
        Sin embargo, eso ha sido lo inmediato, lo urgente. Ahora falta lo mediato, lo de fondo. Lo que llevará lustros, y billones de pesos, en prevención y arreglo.
        El poema de Juan Villoro nos ilustra: "Eres del lugar… en donde dos rayos caen en el mismo sitio… y aquí sigues. Donde la tierra se abre, y la gente se junta… Y levantó un puño para escuchar si alguien vivía…"