lunes, 4 de septiembre de 2017

LOGOS
La corrupción infecta todo
MÉXICO TIENE REMEDIO
       No hay duda, la corrupción actualmente ha infectado a todo y a todos; por ejemplo, están contaminados en grado sumo todos los partidos políticos, pero también la política como fenómeno social, y más quienes viven de ella.
       La democracia, sin adjetivos, se ha contagiado también; y con todos los adjetivos que pueda soportar ese valor sustantivado, carga una miasma de vasta podredumbre.
       Lector que he sido de Enrique Krauze, mexicano de pensamiento profundo y fácil expresión, registré desde ha tiempo su mensaje liberal, postulando a la democracia como algo sine qua non los demás valores no florecen; y lo percibí feliz al dar la bienvenida a ese inicio democrático, supuesto o real, del año 2000 en nuestro país.
       Y ahora, avanzada ya la segunda mitad del 2017, esa democracia, a secas y sin adjetivaciones, está emponzoñada de corrupción.
       Obvio, la democracia no tiene la culpa, ni la libertad ni la fraternidad ni la igualdad ni la justicia ni las honorables palabras conceptualizadas como valores distinguidos en el mundo de los humanos.
       Si hubiese culpa es nuestra, de los mexicanos que hemos permitido que la corrupción se propague por todos los instrumentos de esa democracia.
       Democracia aplicada, primero y erróneamente, en lo electoral. En costosísimas e inútiles dependencias, disfrazadas de autónomas, federales, pero con sus grotescas sucursales estatales; y en partidos políticos nacionales, en los que nadie cree, con todo y sus actuales precandidatos a la presidencia de la república.
       Todo ese mazacote político electoral está ahogado en suciedad, unos y otros están ejerciendo la tarea degradante de la delación, embarrándose grotescamente, entre sí, de lo único que son capaces de producir.
       Claro, corrompiendo más a los medios masivos de comunicación, al cooptarlos como difusores de la porquería lanzada a sus oponentes.
       Y entre más ven y publican la corrupción ajena, más ocultan la propia.
       Fernando Savater, distinguido filósofo moralista de nuestro tiempo, escribió recientemente desde España La hermandad de la corrupción, trabajo noticiado en El País: “… los más críticos con la corrupción no se indignan por integridad, sino por deshonestidad contrariada: no perdonan a los corruptos haberse aprovechado de una ocasión que a ellos no se les ha ofrecido…”
       Y citando diversas etapas históricas del hombre muestra, sin aseverarlo, que siempre ha habido corrupción, que la corrupción es parte de la condición humana; y si esto es cierto, también la honestidad forma parte de esa condición.
       Existen actualmente mexicanos íntegros, con amplios márgenes de honestidad, en virtud de su formación ética.
       Así, a pesar del altísimo nivel de corrupción nacional, México tiene remedio. Fortalezcamos, con todo, la conciencia ética del mexicano, y construyamos organismos ajenos al gobierno, de tipo jurídico, para reducir al máximo la corrupción actual que a todos  lacra y ofende.