martes, 26 de abril de 2016

LOGOS
Fernando del Paso
A PESAR DE LA VERGÜENZA
        Entre la certeza de querer decir muchas cosas, y la duda de no expresarlas en su sitio, Fernando del Paso leyó su discurso desde Alcalá de Henares, España.
        En el extenso listado de gratitudes incluyó una sentida y personalísima solicitud de perdón a su esposa que, al quedar inexplicada, permanece colgada sin sentido alguno en un discurso de variados temas sin conexión entre sí.
        Al final de su mensaje, al agradecer “a la casualidad”, después del agradecimiento a “la Providencia”, agradeció: “a mi país México”; empero, en un párrafo inicial, como forzada cápsula, dejó un breve testimonio sobre el supuesto o real empeoramiento de la nación mexicana.
        Esa crítica a México la formuló sin sentido, fuera de lugar, sólo porque hacía un año había disertado sobre ese asunto causando “cierto revuelo”, y porque confundió aquella expectativa local, mexicana, con un escenario internacional de España que esperaba y exige un enfoque universal, aunque sea sobre “los abusos del poder en México”, y en torno a lo que del Paso avizora como “el principio de un estado totalitario”, pero con una perspectiva de amplio espectro humanista, y no de simple denuncia de barandilla.
        Él mismo intuyó el equívoco cometido: “Quizá debí haber comenzado este discurso de otra forma…”
        Y como lo denunciado por quien recibió el Premio Cervantes tiene ese ácido sabor mexicano, me permito trascribirlo: “Las cosas no han cambiado en México sino para empeorar, continúan los atracos, las extorsiones, los secuestros, las desapariciones, los feminicidios, la discriminación, los abusos del poder, la corrupción, la impunidad y el cinismo.”
        Así testificó en el contradictorio laberinto de espejos donde habita la vergüenza: “Criticar a mi país en un país extranjero me da vergüenza. Pues bien, me trago esa vergüenza y aprovecho este foro internacional para denunciar a los cuatro vientos la aprobación en el Estado de México de la bautizada como Ley Atenco, una ley opresora que habilita a la policía a apresar e incluso a disparar en manifestaciones y reuniones públicas a quienes atenten, según su criterio, contra la seguridad, el orden público, la integridad, la vida y los bienes, tanto públicos como de las personas. Subrayo: es a criterio de la autoridad, no necesariamente presente, que se permite tal medida extrema. Esto pareciera tan solo el principio de un estado totalitario que no podemos permitir. No denunciarlo, eso sí que me daría aún más vergüenza.”
        “Una golondrina no hace verano”, citó Cervantes; pero, aplicándola en otro sentido, bien diríamos que no es por este discurso como podemos calificar a Fernando del Paso. Su espléndida obra lo ha hecho merecedor del ameritado premio.
        Cervantes y sus inolvidables personajes, entre ellos: nuestro señor Don Quijote de la Mancha, y Sancho su escudero eterno, quedaron esperando algunas palabras más de ese homenajeado que se califica de “ambisiniestro”.