jueves, 14 de abril de 2016

LOGOS
Uno para cada país
FUNDEMOS PARAÍSOS FISCALES
                Cíclicamente los medios de comunicación denuncian la existencia de un paraíso fiscal, y la sociedad descarga sus críticas y corajes contra quienes mandan su dinero a esos lugares paradisiacos, olimpos de la bienaventuranza.
                Recientemente el delatado fue Panamá Papers y, por mano negra, iba contra el Presidente ruso Vladimir Putin, pero nada se le pudo probar, y el petardo noticioso se cebó.
                Sí, tuvo efectos fuertes, incluyendo el del Primer Ministro de Islandia, Sigmundur Gunnlaugsson, quien rollizo, y rojizo de rostro por su étnia o su vergüenza, dejó de inmediato su cargo, aceptando su culpa.
                En un mundo de libre concurrencia, cada quien lleva su dinero a donde le dé la gana, siempre que sea bien habido, haya pagado impuestos, pueda explicar su origen, no encubra lavado de dinero, y no actualice en su libre disposición ningún delito.
                Sin embargo, es común que quienes buscan esos vergeles fiscales quieran esconder algún ilícito, de la naturaleza que sea.
                Nadie, con sano juicio, puede hacer el elogio de esos paraísos fiscales, ni menos lanzar loas a los acaudalados deshonestos que los usan para cometer delitos o graves faltas administrativas.
                Empero, no debemos desconocer que entre los cielos fiscales hay guerras, para ajusticiarse o conciliarse con sus reglas perversas. Así que golpear a Panamá, y no a Islas Caimán, Bermudas, Singapur, Delaware, Nevada, Wyoming, por citar los edenes fiscales más utilizados por la clientela internacional, puede tener exclusivamente el propósito de afectar a uno de ellos por motivos inconfesables.
                Por otra parte, los miles de millones de asalariados de todo el mundo, que pagan impuestos porque tienen algún ingreso, como los miserables del planeta que sin tener ingresos gastan en su manutención y por ello pagan contribuciones, merecen tener un paraíso fiscal, dejando de sufrir los infiernos impositivos que padecen.
                Por algo se le llama "impuesto"; y lo que nos es impuesto, sin pedir nuestro consentimiento, como una carga ajena a nuestra voluntad, nada tiene de simpático, y sí mucho de aborrecible, repugnante y atroz.
                Además, debemos entender que las contribuciones son necesarias, como la "senda por donde han ido los pocos sabios que en el mundo han sido", significada expresión poética del salmantino Fray Luis de León. (1527-1591)
                Él huía del mundanal ruido, y fue a la cárcel por preferir el texto hebreo de la Biblia a la traducción vulgata de San Jerónimo, pero siempre pagó impuestos, al igual que Sócrates, o Kant, o Savater.
                Esos sabios, que algo dijeron sobre impuestos, hoy exigirían que el pago de los mismos sea correspondido con servicios públicos excelentes, y que al pago de derechos recaigan servicios administrativos de buena calidad.
                Si el gobierno mexicano cumpliera con eso, equivaldría a fundar un paraíso fiscal para todos los mexicanos.
                ¡Honestidad e inteligencia! será mucho pedir.