lunes, 4 de abril de 2016

LOGOS
Corrupción
PALABRA DE TODOS LOS IDIOMAS
                No es justo ni es cierto que la corrupción tenga sólo la nacionalidad mexicana. En todos los idiomas existe la palabra, y en la lógica humana pervive como concepto.
                La Historia de la humanidad chorrea corrupción en todo espacio y en todo tiempo. El verbo corromper no es ajeno al hombre, y bien puede conjugarse en todas las personas y en todos los tiempos gramaticales.
                Pero también sus antónimos: honradez, integridad, incorrupción, son tan humanos como la propia corrupción, en pensamiento, expresión, y en acciones.
                La honradez y la corrupción han coexistido en todas las formas de organización humana, y en toda persona física o moral; empero, en cada caso, los márgenes de honestidad y corrupción son distintos, en cantidad y calidad.
                Puede darse la situación que, por ende, existan áreas de corrupción en el gobierno mexicano en vínculo al criminal asunto de los 43 jóvenes normalistas desaparecidos, como es probable que en el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), o en parte de ellos, haya deshonestidad, como lo plantea claramente Beatriz Pagés en su editorial titulado "Los expertos gritan y el gobierno calla".
                Más, si ese grupo solicita al Parlamento Europeo la aplicación de sanciones que afecten al pueblo de México, y no al gobierno. Con mayor razón si ese grupo ha recibido dinero del erario mexicano sin dar la debida transparencia de su aplicación ni rendir cuentas exactas de su gasto.
                Obvio que todo humano, como todo país, para lograr desarrollos sanos le es indispensable reducir sus superficies y sus fondos de corrupción, pues se logra una mejor calidad de vida de manera honesta que en forma corrupta.
                Se debe ser honesto por principios éticos, jurídicos, y religiosos, pero también por razones útiles y prácticas.
                El dinero y los bienes materiales, si son honradamente obtenidos, sirven para satisfacer necesidades. La riqueza malhabida, tarde o temprano, genera internamente podredumbre en la conciencia, y externamente el corrupto es juzgado por los otros. Grandes y registradas corrupciones hubo en la Grecia y en la Roma clásicas, en la Edad Media, España, Gran Bretaña, Rusia, Alemania, EU.
                Sólo como ejemplo. Cuando en el Imperio Francés Napoleón III crea, con sus ambiciosos proyectos, el Imperio de Maximiliano en México, y al fracasar esos planes, la emperatriz Carlota desde Europa le narra en una serie de misivas angustiosamente racionales a su esposo Maximiliano como se enfrenta en una reunión con Napoleón III, la emperatriz Eugenia, y los ministros de Hacienda y de Guerra, haciéndoles cuentas claras: "... los dos empréstitos para el imperio mexicano, por los que se firmó, sumaron 516 millones de francos; nosotros sólo recibimos 126... ¿dónde está el resto?"
                La corrupción francesa estaba al descubierto. Napoleón y Eugenia lloraban; los ministros confesaron la corrupción... la de aquellos tiempos.
                ¡Mejor ser honrados!