Jesús Reyes Heroles fue un mexicano
inteligente a quien se cita con frecuencia por una simple frase que no resiste
un análisis lógico: "En política la forma es fondo".
En el universo que habitamos no hay
materia sin forma ni formas sin materia. Lo mismo pasa con la energía y sus
formas; una y otra es uno y lo mismo. Y el fondo, como base, como lo más
importante de algo, jamás carece de forma.
En la política, en la física, la
química, la matemática, el derecho, en todo, la forma es fondo y el fondo es
forma.
Planteado lo anterior, observo que las posturas
actuales de los políticos mexicanos activos, y en contienda, distan mucho de
ser veraces. A la mayoría les da por la exageración deformante de los problemas
y sus posibles soluciones.
Pondré ejemplos.
El Presidente Carlos Salinas de Gortari
aseguraba que con el Tratado de Libre Comercio México entraría al primer mundo;
mientras, sus opositores afirmaban que con ese tratado México desaparecería.
Dos posiciones de escándalo, y tan sectarias como equívocas. En la realidad el
tratado se firmó desde hace más de 15 años, y ni somos país del primer mundo ni
nos hemos evaporado como nación.
Hoy,
en el 2013, no hemos superado esas formas o actitudes erróneas que atrofian a
la política, y que colocan a los políticos como sujetos de nuestra
desconfianza.
Un ambicioso proceso de reformas, supuesta
o realmente estructurales, ha venido aumentando las convulsiones de México, por
la mayor dependencia que tenemos de los EU, por esos desajustes en su gasto
público, su crisis inmobiliaria, su recesión económica. Todos esos lastres
externos agrandan los múltiples agobios interiores.
Y en medio de ello, escuchamos al
Presidente Enrique Peña Nieto reafirmar que sólo con la aprobación de las
reformas por él planteadas se resolverán
los graves problemas que el país padece; en cambio, Andrés Manuel López Obrador
y Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano están alertando a los legisladores para que no
aprueben la reforma energética, pues el hacerlo, señalan, es más grave que la
pérdida de Texas.
Empero, frente a todo ese barullo tan
irresponsable de los extremismos gubernativos y de su oposición, vivimos el
inicio de un frenazo de nuestra economía. La realidad terca nos constriñe y el
invierno está cerca, sin dar lugar a la embriaguez opositora y a la euforia gubernativa.
Ojalá hubiera un verdadero pacto, una
eficaz alianza, una concordia nacional, una unidad de todos los mexicanos,
entre los peñas, obradores, cárdenas, gonzález, pérez, que no quedara nadie
fuera de ese gran esfuerzo nacional que urge. Y quien debe iniciarlo, encabezarlo,
fortalecerlo, es el Presidente Enrique Peña Nieto, con el fin de ir resolviendo
los lacerantes problemas que los mexicanos padecemos.
Ese es un sentimiento nacional del año
2013, y un llamado para que ningún mexicano se equivoque, oponiéndonos los unos
a los otros, robándonos y asesinándonos, destruyéndonos entre sí.