lunes, 14 de octubre de 2013

Hecho inescapable de la vida HIJOS DE LA CRISIS

        Algunos jóvenes neo hegelianos de izquierda, entre ellos el judío alemán Carlos Marx, (1816-1883) consideraron aceptable expresar conceptos en base a juegos de palabras.
        Como un ejemplo de lo anterior Marx escribió sobre Lutero, en la Contribución a la crítica de la filosofía del derecho de Hegel: "Lutero ha vencido la servidumbre por devoción, pero le ha sustituido por la servidumbre por convicción. Ha roto la fe en la autoridad, porque ha restaurado la autoridad de la fe. Ha transformado a los sacerdotes en laicos porque ha transformado a los laicos en sacerdotes. Ha liberado al hombre de la religiosidad exterior, porque ha hecho de la religiosidad la esencia misma del hombre".
        Recordémoslo en su contraposición con otro hombre inteligente, el francés José Pedro Proudhon; (1809-1865) éste con su Filosofía de la miseria, Marx con su Miseria de la filosofía.
        Ahora, bajo esa inspiración de generar conceptos en los retozos contradictorios de las palabras, o de llegar a la lógica a través de la gramática traviesa, consideremos en dónde se ha desarrollado la actual generación de mexicanos, en la vida de la crisis, o en la crisis de la vida, porque realmente, o al menos al parecer, nacimos en la crisis, vivimos en ella, y en la crisis moriremos.
        En casi todo el siglo XX, y también en lo que va del XXI, la palabra crisis es nombrada en forma constante, Crisis en nuestra revolución, por igual en la post revolución, lo mismo por las dos guerras mundiales, y en sus etapas de post guerras. Crisis por todas partes y por todo tiempo.
        Como que en estas crestas, o en las simas, en donde se agudizan al máximo las contradicciones que generamos: en lo religioso, lo educativo, social, económico, lo jurídico, en lo energético, lo ecológico, y demás puntos estratégicos de nuestra estructura, hemos existido en la crisis.
        Empero, si ha sido una manera normal de vivir por tantos sexenios, la palabra crisis resultaría sólo una metáfora con la cual nos estamos auto engañando.
        No es que no tengamos problemas, ya que la naturaleza del ser humano es la de ser productor de problemas, al igual que generador de soluciones, sino que, acaso, nuestra percepción de la realidad a este respecto nos esté conduciendo a una exageración deformante que termina por distorsionar el propio significado de la palabra crisis.
        Pero en esta crisis, que parece eterna, hemos producido muchos multimillonarios en dólares; tenemos automóviles por doquier que no caben ni en las carreteras ni en las calles; padecemos un consumismo apremioso y compulsivo de bienes y de servicios; y, vivimos con otras extravagancias alarmantes. Nuestra crisis, si no fuera por lo doloroso de nuestra parte de pobreza extrema, parecería de chunga, de guasa, de chacota a la mexicana.
        Siendo hijos de esa crisis, como un hecho inescapable de vida, estudiémosla, puesto que será la única forma de transformarla, eficaz e inteligentemente, en algo positivo para todos.