LOGOS
Amlo, el Chapo y Zambada
SU SUERTE ESTÁ ECHADA
En estos
tiempos del 2024, Donald Trump, Nicolás Maduro y Andrés Manuel López Obrador
son un trío americano de manipuladores, saturados de maldad, que se desempeñan
activamente en los ámbitos del poder.
Pero, para
que haya manipulador se requiere que haya manipulados, porque ambos se
retroalimentan dialécticamente.
Los actos de
manipulación se dan cuando una persona utiliza tácticas engañosas con
información falaz, para influir en los pensamientos, expresiones y conductas de
otras personas que se convertirán en serviles adeptos del manipulador.
Es común que
el manipulador aseguré que él está cuidando los intereses de los manipulados;
y, éstos, en su impotencia y necesidad, fingen ser deudores agradecidos.
“Primero los
pobres”, ordena el manipulador López, pero sin sacarlos de “pobres”. Sosteniéndolos
como pobres para que no se acabe el jueguito de la manipulación.
Esa manipulación,
en sí, es un rasgo de maldad, pero a este alevoso gesto suelen agregarle un fin
perverso, de abundante sevicia.
La ferocidad
maniobrera (de que hablo) tiene como sus máximos exponentes, hoy por hoy, a
López, a Maduro y a Trump; empero, cada uno de ellos tiene su propio estilo,
por tener su propio espacio y su singular circunstancia.
Trump sigue siendo el amo y señor de muchas tropas
manipuladas, a pesar de ser un convicto en varios procesos penales llenos de lascivia,
dólares y violencia.
El pueblo de los EU no merece tamaño monstruo: ególatra,
abusivo y corrupto.
Ojalá que a la presidencia de EU llegue una mujer. Kamala
Harris está ya en el escenario, como fuerte prospecto.
Nicolás Maduro ha sido declarado ganador de la reciente
campaña electoral por sus manipulados.
Dueño del poder en Venezuela, propietario del petróleo,
de las urnas, de los votos y de las leyes, actúa como un poseso, como un
endiablado enemigo de todo lo que se le oponga.
Y una porción mayoritaria de venezolanos ya se le
enfrentó, logrando la simpatía internacional de chile, de sal y de manteca.
Maduro es demasiado bruto para hacer chanchullos y
marrullerías electoreras; a diferencia del mexicano López, quien es cínico,
mordaz y gesticulador moldeable, con máscara de: “me quiebro pero no me doblo”,
cuando en la realidad, se quiebra y se dobla, como lo testifica el expresidente
Trump, en su actual contienda.
Ante Trump, al presidente López le tiemblan las piernas:
“Trump es mi amigo… le tengo gran aprecio y respeto”.
Ante Maduro, al presidente López le vuelven a temblar las
piernas: “Nadie debe intervenir en los asuntos que son propios del pueblo
venezolano… pero debe el gobierno venezolano mostrar las actas finales y
originales del cómputo.”
López dejará la presidencia en menos de dos meses, pero
se ha reelegido como manipulador, y sus manipulados los encabeza Sheinbaum,
quien se encuentra todavía en pleno goce de los placeres de esa manipulación
macuspana.
A estas alturas, o bajuras, el presidente López abre el
paraguas y se cubre con él, antes de que le llegue la lluvia torrencial: “Nada
de lo que diga el Mayo Zambada podría afectarnos”.
Sólo le faltó agregar, ni dentro de México ni dentro de
los EU, ya que en ambas partes su suerte está echada.
Los manipuladores viven, hasta que los manipulados
quieren.
Los manipuladores menos poderosos se doblan frente a los
manipuladores con mayor poder.
El México futuro debe estar libre de manipulaciones, de
manipuladores y de manipulados.
También, ¡la suerte de ellos está echada!