LOGOS
Huida del
presidente
TIEMBLA
EN PALACIO
La mañanera del día del temblor (3 marzo
2022) produjo no sólo aspectos tragicómicos en Palacio Nacional, sino exhibió
el egoísmo y el miedo del titular del ejecutivo federal.
Le estaban formulando una pregunta
cuando se sintió el sismo de 5.7 grados; dejó la tribuna, caminó más aprisa que
de costumbre, atinó a decir un “vamos” impersonal, y desapareció del escenario.
Mientras, uno de sus colaboradores de apellido
Mosqueda ordenaba a los periodistas presentes: “sentados… sentaditos…
sentaditos…”, sin permitirles la salida.
Qué bueno que el temblor no ocasionó más
daños, pero me hizo recordar que cuando un barco se hunde el capitán es el
último en abandonarlo; claro, para dedicarse a poner a salvo a todos los
tripulantes.
El almirante inglés Fraser no abandonó
su buque de guerra Nairobi, hundido por dos buzos italianos, hasta que vio a
salvo a su tripulación en la Segunda Guerra Mundial, según la atrayente
narrativa del activo escritor español Arturo Pérez Reverte en su libro ‘El
italiano’.
Obvio que Palacio Nacional no es un
barco de guerra, ni Andrés Manuel López Obrador es un almirante inglés, sino
sólo es, como presidente de México, comandante en jefe de las fuerzas armadas.
Descuidado siempre ha sido con la
investidura presidencial, pero Amlo debió haber tenido un dejo de mínima
cortesía con quienes le hacen el coro en ese teatro cotidiano que ha sido lo
esencial en su diario trabajo.
Un labor vacua, ladina, obcecada y
repetitiva. La que realiza Andrés Manuel casi siempre desde su casita, sin que
haya legalizado el uso de Palacio Nacional como su habitación familiar.
Porque todavía de acuerdo con el vigente
Reglamento de la Oficina de la Presidencia de la República, que tiene como
ámbito espacial y material de validez a Palacio Nacional, este histórico
edificio está dedicado a oficinas, no a casa habitación.
Ya sabemos que la voluntad, caprichosa y
ocurrente, de López Obrador es superior a toda norma jurídica, pues el derecho,
según su visión, es cosa de “conservadores y neoliberales”; además de que él es
“honrado”, y no tiene por qué hacerle caso a ese reglamento.
Pero, ¿de veras será honrado, honrado,
honrado el actual presidente?
¿Se puede ser puro, siendo humano?, ¿se
puede ser puro cuando se tiene el poder presidencial de más de 7 billones de
pesos anuales de ejercicio?
Tengo, para mí, que los que dragonean de
puros son los peores. Siempre de lo que presumes careces. Y de esos
presuntuosos salen los linchadores, los inquisidores, los fanáticos, los del
dogma.
En tratándose de humanos, a quienes cada
día sigo conociendo más, prefiero partir de que no hay absolutos, sino de que
todo es relativo; y hasta esta afirmación que hago es relativa, a algo o a
alguien.
Y tengo el concepto de que hay seres
humanos con márgenes muy aceptables de honradez, como existen los que sus
márgenes de honradez son muy reducidos o inexistentes, al menos a mi vista.
Y hay quienes evaden su responsabilidad.
Andrés Manuel López Obrador da variados ejemplos de ello.
Al parecer, para que él quede
supuestamente incólume, otros roban por él.
Recién aseguró: “A mí no me importa el
dinero. Mi mujer es la que administra mi ingreso”.
Aquellas ligas con dinero, las cajas y
los paquetes con billetes de alta denominación, se han convertido en cuantiosas
transacciones modernas, las que habrá que investigar, a futuro, en las cuentas
de su esposa, de sus hijos, de sus parientes y de sus colaboradores
consentidos.
Hasta de responsabilidades tan humanas
huye nuestro presidente.
Y desde ahora se trasluce su huida presidencial
para el Día Internacional de la Mujer (8 marzo 2022). Ya los muros de acero de
tres metros de alto se han colocado en derredor de “su casita”. Así provoca a
las manifestantes, así las trata.