LOGOS
Traición
a la patria
“SOMOS DEL PARTIDO DE MÉXICO”
Como criollo ladino, el presidente
Andrés Manuel López Obrador, conforme a su “triunfo electoral absoluto”, ejerce
un poder autoritario.
El Congreso de la Unión (que debería
actuar responsable y armónicamente como un poder de equilibrio) sólo ha servido
para aprobar, a ciegas, las iniciativas caprichosas y desatinadas de Andrés
Manuel, claro, además de cantarle las mañanitas en sesión y recinto
parlamentario por su cumpleaños, lo que ni en la peor dictadura mexicana se
había visto.
López Obrador, aunque no ha cumplido sus
grandes promesas electorales (acabar en llegando al poder, con la corrupción,
el desempleo, la inseguridad, los problemas educativos y la pobreza), sí
cumple… 67 años, y sí cumple promesas irrelevantes, pero con truco: no usar el
avión presidencial, sino rifarlo sin entregarlo; no vivir en el lujo de Los
Pinos, sino en el ultra lujo de Palacio Nacional; licenciar a todo el Estado
Mayor Presidencial, pero usando a sus integrantes para el servicio personal y
familiar.
Con ese poder absoluto, AMLO en una de
sus mañaneras recientes aseguró, con relación a la actual política electoral de
los EU: “No tengo nada contra el partido demócrata, tampoco contra el partido
republicano. Nosotros somos del partido de México”, sin darse cuenta de que
rebajó, a México, a nivel de simple partido político.
Y agregó Andrés Manuel: “Nosotros no
podemos hacer un reconocimiento de ningún tipo, a un gobierno que todavía no
está legal y debidamente constituido… tenemos que aplicar la Doctrina Estrada”;
cuando nadie le está pidiendo que reconozca al gobierno de Biden, quien
solamente es un candidato presidencial, a quien, hasta este momento, la
contabilidad de los votos le favorecen.
AMLO, así, es quien ha, y está,
atropellando la Doctrina Estrada, al aplicarla a su antojo y de manera inexacta
en los principios de no intervención y autodeterminación de los pueblos, más
cuando el presidente mexicano permitió al presidente Trump usar su imagen y voz
en su campaña de reelección; y no la aplicó ni en Bolivia ni en Venezuela.
Además, López Obrador, la Secretaría de
Relaciones Exteriores y la Embajada de México en EU hicieron el señalamiento de
que Joe Biden es “un presunto presidente”, usando el término penal de
presunción en tono peyorativo.
Biden ha recibido mensajes diplomáticos
amistosos de la mayor parte de los gobiernos y naciones del mundo, menos de cuatro
países que han guardado prudente silencio.
Sólo el presidente AMLO, como excepción,
ha sido omiso en establecer comunicación con Biden, e incluso se negó
públicamente a recibir la sensata y afable llamada telefónica del candidato
triunfante a la presidencia de los EU.
Siendo Andrés Manuel el único presidente
locuaz, que razona mal al pensar que al recibir una llamada telefónica de Biden
(candidato ganador a la presidencia de EU, por haber logrado oficialmente 39
votos electorales más, de los que se requieren para ser presidente), afecta la Doctrina
Estrada.
Recordemos que los principios de esa
doctrina establecen que ningún país tiene derecho a decidir y/o calificar la
legitimidad o ilegitimidad del gobierno de otro país, ya que sólo pueden
disponer, si establecen o no relaciones diplomáticas con él. Y éste no es el
caso de Biden y México.
La fracción X del artículo 89 de nuestra
Carta Magna establece que “Las facultades y obligaciones del presidente, son
las siguientes: … X. Dirigir la política exterior y celebrar tratados
internacionales… sometiéndolos a la aprobación del Senado. En la conducción de
tal política… observará los siguientes principios normativos: la
autodeterminación de los pueblos; la no intervención…” Este artículo lo ha
violado AMLO al intervenir en las elecciones para presidente de los EU, y no lo
transgrede si simplemente recibe y contesta una educada llamada telefónica del
candidato Biden, a quien el voto de los estadunidenses le ha sido favorable.
Ignaros y aventureros, Trump y López
Obrador son almas gemelas. Cuidémonos mucho de estos dos autoritarios que
aspiran a ser eternos.