martes, 25 de septiembre de 2018


LOGOS
En la miel del erario
LA CORRUPCIÓN NUNCA MUERE
       Ser oposición es lo mejor que sabe hacer Andrés Manuel López Obrador. Gran parte de su vida política se ha dedicado a ello. La oposición es su ambiente natural.
       Ahora, como presidente electo y en su adelantado e indebido ejercicio del poder presidencial, AMLO sigue en campaña con el filoso perfil de opositor.
       No sabe, o no le importa, que el artículo 128 de nuestra Carta Magna ordene: “Todo funcionario público, sin excepción alguna, antes de tomar posesión de su encargo, prestará la protesta de guardar la Constitución y las leyes que de ella emanen”, y López Obrador sin haber llegado el inicio de su ejercicio, y sin protesta, está ejerciendo el poder presidencial.
       El banco de inversión JP Morgan advirtió que “el presidente electo y su equipo de transición están generando incertidumbre con el uso frecuente de consultas en proyectos de alto impacto”.
       Alertar sobre lo anterior, no convierte ipso facto en corrupta a esa persona moral; pues si no goza de las simpatías de AMLO, sí goza de la presunción de inocencia.
       La respuesta de AMLO a ese banco es acertada en inicio, discutible en sus conceptos intermedios, e impropia en su final:
       “Respeto su punto de vista, nada más que nosotros pensamos y sostenemos que en una democracia el pueblo es el que manda… y lo mejor, para no equivocarnos, es preguntar. La gente sabe de todo, el pueblo es sabio, los que no saben son los corruptos”.
       En principio, qué bueno que AMLO respete el punto de vista de JP MORGAN.
       Aún cuando López Obrador haya obtenido a su favor 30 millones de votos, de 90 millones de ciudadanos del padrón electoral, no es del todo aceptable que esconda su opinión personal en el pronombre pluralizado del “nosotros”; ese soberbio uso del colectivo desdice mucho de quien con posee de burlona humildad afirma que “No cerraré Palacio Nacional, sólo pondré un catre y colgaré una hamaca”.
       Por otra parte, asegurar que en una democracia representativa el pueblo es el que manda directamente, el que decide, y que el pueblo sabe de todo, ya que el pueblo es sabio. ¡Así!, como si fuese un dogma, un absoluto, es un grave error.
       El “pueblo” es una abstracción lógica, ficción a nombre de la cual se han cometido muchos errores, abusos y crímenes. ¡Sí!, hay personas en todo grupo humano que son sabias, pero no hay nadie que lo sepa todo.
       También es verdad que los ciudadanos mexicanos que fueron a votar, para elegir al Presidente de México, decidieron que AMLO cumpla en un determinado lapso las atribuciones del ejecutivo federal, y éste debe ejercer esos deberes en un gobierno representativo como es el nuestro, y no abdicar, al pretender regresar esas facultades al “pueblo”, so pretexto de una democracia directa de ejercicio imposible.
       De esa manera la corrupción seguirá, ya que esa pudrición tiene miles de rostros en miles de cabezas, y en la miel del erario parece que nunca muere lo corrupto, sino sólo se transforma.