martes, 2 de octubre de 2018


LOGOS
La verdad histérica
43 SOMBRAS DEVORADORAS
       El 26 de septiembre del 2014 la policía de Iguala, Guerrero, detuvo a estudiantes normalistas. A 43 de ellos no se les ha encontrado, hasta el momento, en ninguna parte.
       Ése, al parecer, es un hecho real, verdadero, doloroso para todo humano, y muy vergonzoso para los mexicanos.
       Pero, nadie ha quedado satisfecho con el manejo que la procuración y la administración de la justicia han dado al caso.
       El presidente Enrique Peña Nieto reconoce que es un pendiente que deja, "y en lo personal, con el dolor que causa… tengo la convicción que pasó, lamentablemente, lo que la investigación arrojó, como verdad histórica".
       El Primer Tribunal Colegiado Penal y de Trabajo del Décimo Noveno Circuito, con sede en Tamaulipas, consideró (en la larga distancia entre Tamaulipas y Guerrero) que no había impedimento jurídico para que se creara, en el caso de Iguala, "una comisión de la verdad y justicia".
       Así que en este tema (tan maltratado) no podía faltar el presidente electo Andrés Manuel López Obrador: "Crearemos una comisión investigadora para la verdad y justicia en el caso de los 43 normalistas".
       Y la anunciada secretaria de Gobernación Olga Sánchez Cordero de inmediato matizó la afirmación áspera de su futuro jefe: "esa comisión de la verdad y justicia no es fiscalía especial, dependerá de Gobernación, y sólo emitirá un reporte de sus investigaciones, que será muy útil para las instancias de justicia".
       Mientras los familiares y ofendidos más activos, de las 43 víctimas, exigen: "Vivos se los llevaron, vivos los queremos".
       Y si los 43 estuvieran vivos, a nadie se le podría vincular a proceso, menos a sentenciarlos por homicidio, por lo que se requiere, necesariamente, partir de una verdad jurídica: ¿están muertos o están vivos?
       A partir de la respuesta a esa pregunta, básica, debe aplicarse legal y debidamente el derecho; sin verdad histórica ni histérica, desechando toda verdad sospechosa.
       En este caso y en este tiempo, sólo aplicando responsablemente la norma jurídica vigente por parte de un poder honesto con esa atribución, se puede llegar a la verdad jurídica, y así  hacer justicia.
       Sin poder honesto no hay verdad, sin verdad no hay poder honesto, en un mundo en donde no hay verdades absolutas, y  donde la justicia es únicamente un concepto general orientador que en cada sistema jurídico, en cada tiempo y en cada lugar, se precisa cotidianamente para todos y cada uno de los casos específicos.
       El caso de los 43 pudo tener firme desarrollo procesal, jurídica y socialmente. Pero al gobierno mexicano (federal, estatal y municipal) se le hizo bolas el engrudo; y, ahora, hay que recomponer con inteligencia, sin olvido y sin perdón, superando una obsesión enfermiza, (pegajosa a perpetuidad, en individuos o grupos) de aquellas que traumaron y condujeron a la histeria a la señora Emmy de N, paciente de Sigmund Freud. (1856-1939)
       Por un México sin aferres patológicos.