LOGOS
La verdad histérica
43 SOMBRAS
DEVORADORAS
El 26 de septiembre del 2014 la policía
de Iguala, Guerrero, detuvo a estudiantes normalistas. A 43 de ellos no se les
ha encontrado, hasta el momento, en ninguna parte.
Ése, al parecer, es un hecho real,
verdadero, doloroso para todo humano, y muy vergonzoso para los mexicanos.
Pero, nadie ha quedado satisfecho con el
manejo que la procuración y la administración de la justicia han dado al caso.
El presidente Enrique Peña Nieto reconoce
que es un pendiente que deja, "y en lo personal, con el dolor que causa…
tengo la convicción que pasó, lamentablemente, lo que la investigación arrojó, como
verdad histórica".
El Primer Tribunal Colegiado Penal y de Trabajo
del Décimo Noveno Circuito, con sede en Tamaulipas, consideró (en la larga
distancia entre Tamaulipas y Guerrero) que no había impedimento jurídico para
que se creara, en el caso de Iguala, "una comisión de la verdad y
justicia".
Así que en este tema (tan maltratado) no
podía faltar el presidente electo Andrés Manuel López Obrador: "Crearemos
una comisión investigadora para la verdad y justicia en el caso de los 43
normalistas".
Y la anunciada secretaria de Gobernación
Olga Sánchez Cordero de inmediato matizó la afirmación áspera de su futuro jefe:
"esa comisión de la verdad y justicia no es fiscalía especial, dependerá
de Gobernación, y sólo emitirá un reporte de sus investigaciones, que será muy
útil para las instancias de justicia".
Mientras los familiares y ofendidos más
activos, de las 43 víctimas, exigen: "Vivos se los llevaron, vivos los
queremos".
Y si los 43 estuvieran vivos, a nadie se le
podría vincular a proceso, menos a sentenciarlos por homicidio, por lo que se
requiere, necesariamente, partir de una verdad jurídica: ¿están muertos o están
vivos?
A partir de la respuesta a esa pregunta,
básica, debe aplicarse legal y debidamente el derecho; sin verdad histórica ni
histérica, desechando toda verdad sospechosa.
En este caso y en este tiempo, sólo
aplicando responsablemente la norma jurídica vigente por parte de un poder
honesto con esa atribución, se puede llegar a la verdad jurídica, y así hacer justicia.
Sin poder honesto no hay verdad, sin
verdad no hay poder honesto, en un mundo en donde no hay verdades absolutas,
y donde la justicia es únicamente un
concepto general orientador que en cada sistema jurídico, en cada tiempo y en
cada lugar, se precisa cotidianamente para todos y cada uno de los casos
específicos.
El caso de los 43 pudo tener firme
desarrollo procesal, jurídica y socialmente. Pero al gobierno mexicano
(federal, estatal y municipal) se le hizo bolas el engrudo; y, ahora, hay que
recomponer con inteligencia, sin olvido y sin perdón, superando una obsesión
enfermiza, (pegajosa a perpetuidad, en individuos o grupos) de aquellas que
traumaron y condujeron a la histeria a la señora Emmy de N, paciente de Sigmund
Freud. (1856-1939)
Por un México sin aferres patológicos.