LOGOS
Campañas electorales
GRAVOSAS POMPAS DE
JABÓN
En la vida del ser humano ha habido
lugares, tiempos y modos, mejores que otros para el común de los mortales, y no
sólo para los pudientes.
Hoy por hoy, en el mundo y en México, se
vive con temor, con violencia, con pobreza, con ignorancia, y con inseguridad;
son pocos los países que se observan como excepcionales ínsulas de riqueza y
remansos de paz.
Pero aún ellos pueden ser infectadas
socialmente, de un momento a otro, por los males de moda, u orillados a
participar, bajo su sorpresa y sin culpa directa, de una catastrófica explosión
nuclear.
Duele el darse cuenta de que los pueblos
de la Tierra califican a nuestra nación, desde hace varios lustros, como un
enorme cementerio, y un Estado enfermo.
Se imaginan, con tanta publicidad
internacional al respecto, que bajo los cerca de dos millones de kilómetros
cuadrados de superficie que tiene México, en cada metros cuadrado hay varios
cuerpos humanos enterrados clandestinamente por gente mala, ya sean autoridades
u organizaciones delictivas.
Piensan, prejuiciados por la información
que les llega, que cada mexicano es un delincuente, y que cada funcionario
público o empresario de iniciativa privada es un corrupto.
Consideran que sólo los extranjeros que
les gusta la pus y la porquería, y viven en y de ella, vienen con nosotros para
hacer tratos ventajosos y sucios.
Observan que nuestro fenómeno político
se encuentra lejos, lejísimos, de la democracia, pero que a nuestra realidad
electorera le invertimos los cientos de miles de millones de pesos que son
dignos de ser gastados, no ahí, sino en nuestras urgentes necesidades sociales
a la vista.
No sólo les parecen onerosas esas
campañas electorales que calendarizamos año tras año; ya federales, estatales
y/o municipales, sino que las juzgan de una gran inutilidad por su pobreza
política e ideológica, ya que lo único que están aportando, a altísimos costos,
son a los altos funcionarios en vísperas de ser los delincuentes del mañana.
Y el Estado de México es una excelente vitrina,
en esta campaña electoral que está padeciendo, de ese garrafal dispendio de
recursos económicos, y de las pírricas aportaciones de los candidatos que
participan.
De suyo, un Estado de México que fue
semillero de políticos de especial importancia para el país, durante el siglo
XX, lo han convertido en un grotesco ensayo para las elecciones presidenciales
del año venidero, en donde los contendientes a la gubernatura exhiben una
mediocridad productora de bombas de jabón para distrae ingenuos.
Desde luego que, por desgracia, esa
visión es exagerada, pero algo hay de cierto en ella, y es necesario
reconocerlo, no por ufano cinismo, sino para estar en condiciones de superarlo.
Quiera el destino, ayudado por trabajo
eficaz bien orientado, que pronto podamos construir lugares, tiempos y modos,
mejores y nuevos, no exclusivamente para los multimillonarios, sino para el
común de los mortales.