lunes, 26 de diciembre de 2016

LOGOS
2016-2017
LO PÚBLICO, JAMÁS SERÁ PRIVADO
        "... para no ser esclavos martirizados del tiempo que nos hunde los hombros y nos inclina hacia la tierra...",  Charles Pierre Baudelaire (1821-1867), uno de los poetas malditos de la bohemia francesa, tan lleno de excesos, nos sugiere que estemos siempre en embriaguez.
        Según sus conceptos literarios debemos embriagarnos "de vino, de virtud, de poesía, o de lo que te plazca"; es decir, podemos embriagarnos, por ejemplo, de trabajo, talento, amor, respeto, dignidad, o de lo que deseemos.
        En el fondo, lo que nos propone Baudelaire es que seamos dionisiacos, y no apolíneos, para no ser prisioneros del tiempo.
        Y el tiempo es, físicamente, una cualidad de toda materia; la que puede ser analizada y vivida desde infinidad de perspectivas.
        Los seres humanos como materia física, química, psicológica, económica, política, social o individual, saben ser esclavos martirizados del tiempo; empero, también, pueden hacer de éste una herramienta eficaz o un valioso instrumento que sea nuestro útil y no nuestro cruel negrero.
        El tiempo no es una cualidad pura y aislada, sino que está revuelta con el espacio, circunstancia, cantidad, modo, forma, interés, odio, cariño, admiración, respeto, y un sin fin de cosas de índoles tan diversas; además de que, a veces, para bien, nos conviene ser apolíneos, y en ocasiones dionisiacos.
        Ejemplificaré con dos humanos: Carlos Slim y Donald Trump, y con dos tiempos establecidos como "años" por la conciencia humana: 2016 y 2017; en éstos, ambos empresarios exitosos son propietarios de inmensas fortunas.
        Antes, Carlos de 76 años de edad y Donald de 70 no habían sido políticos militantes en el campo electoral. Mexicano el primero y estadunidense el segundo están, con su respectiva riqueza, vinculados con la política y los políticos.
        Trump en el 2016 logra ser Presidente electo de los EU, careciendo de antecedentes gubernativos, y ante el recelo sorpresivo y temeroso de la mayor parte de los habitantes del planeta.
        Militante activo de esa desconfianza lo fue Slim: "De ganar Trump crearía un desequilibrio económico en los EU y en el mundo... Es distinto ser borracho que cantinero".
        Donald durante su campaña denunció a Carlos: "Es extranjero en EU, y a su vez donante y orquestador en el equipo de Hillary Clinton".
        Ese desencuentro dionisiaco en 2016 con sus circunstancias parecía definitivo entre esos millonarios; pero lo que impera en esas grandes ligas es: money, money, money.
        Por esa simple razón Slim y Trump se reunieron y se entendieron apolíneamente, ojalá no sólo para bien de ellos; aunque la unión de los poderosos suele hacer monopolios económicos y políticos llenos de complicidad y de peligro.
        No es sano que el poder económico y el político se le entreguen a una persona, o a dos o más, es urgente crearles contrapesos, ya que estos poderes no son privados, son públicos y jamás dejarán de serlo. Son bienes de todos y de cada uno de los humanos.