martes, 5 de julio de 2016

LOGOS
Comedia de enredos
POPULISMO PARA PRESIDENTES
El Tratado de Libre Comercio de Norteamérica sigue siendo un avance de integración de los tres países suscriptores; y, como todo en la vida, puede irse perfeccionando en beneficio de las partes.
En días recientes, en Ottawa, Canadá, se celebró una reunión de los jefes de estado Barack Obama, Enrique Peña Nieto, y el anfitrión Justin Trudeau.
En esa cumbre hubo de todo; empero, me permito destacar dos hechos que exhiben las crecientes debilidades de la diplomacia mexicana, antaño tan digna y segura de sí misma.
El primero, aunque superficialmente parece un detalle, en el fondo reveló la falta de naturalidad y soltura del Presidente Peña Nieto en ese escenario internacional, y ya con la supuesta experiencia de cerca de cuatro años en el cargo.
El caso fue que ante los ojos del mundo el canadiense Trudeau se puso al centro de un espacio abierto con paisaje urbano atractivo, cruzó sus brazos a efecto de extender su mano izquierda a Peña, y su derecha a Obama, encontrándose con la mano de éste, y con el desconcierto cándido del presidente de México, al no saber manejar su mano izquierda al mismo tiempo que su derecha, y generando un instantáneo enredo, de comicidad, en el cruzado saludos a seis manos de los tres líderes, lo que puso muy nervioso a Peña Nieto, quien ya en ese aturdimiento, a una inclinación de Obama, decidió bajar del escenario sin darse cuenta que sus dos homólogos se quedaban platicando parados y dándole la espalda. Y al percatarse de la incómoda situación en la que él mismo se puso, con mayor nerviosismo subió otra vez al estrado, perdiendo totalmente la compostura.
Y siempre se espera que un presidente no pierda ni la patria ni la prestancia.
El segundo hecho ocurrió en la conferencia trilateral de prensa. El Presidente Enrique Peña Nieto, so pretexto de reconocer la unión de naciones, lanzó su retórica en contra de “los que asumen posiciones populistas y demagógicas, vendiendo soluciones fáciles”; y el Presidente Barack Obama contestó: “me preocupo por la gente pobre, que está trabajando muy fuerte y no tiene la oportunidad de avanzar; supongo que esto me hace populista. Hay que tener más cuidado con este término”, marcando así su oposición a lo dicho por el presidente mexicano, quien no entendía lo que estaba pasando.
Los mexicanos percibimos que Peña Nieto se refería a Trump y López Obrador; pero para Obama (sensible porque pronto dejará el poder, sentido de que desde su primer candidatura se le ha venido calificando por sus opositores en EU de “populista”, lo que parece que olvidó el Presidente Peña y el equipo que le preparó el material de posibles respuestas) el populista señalado era Trump, y él; así que a Obama le vino el saco, y por eso contestó adusto, con mucha serenidad y experiencia oratoria, pero dolido.
A nuestros diplomáticos de carrera, como a todos los mexicanos de bien, nos duele lo que ocurre en nuestras relaciones exteriores.