LOGOS
Comedia de enredos
POPULISMO PARA
PRESIDENTES
El Tratado de Libre Comercio de
Norteamérica sigue siendo un avance de integración de los tres países
suscriptores; y, como todo en la vida, puede irse perfeccionando en beneficio
de las partes.
En días recientes,
en Ottawa, Canadá, se celebró una reunión de los jefes de estado Barack Obama,
Enrique Peña Nieto, y el anfitrión Justin Trudeau.
En esa cumbre hubo
de todo; empero, me permito destacar dos hechos que exhiben las crecientes
debilidades de la diplomacia mexicana, antaño tan digna y segura de sí misma.
El primero, aunque
superficialmente parece un detalle, en el fondo reveló la falta de naturalidad
y soltura del Presidente Peña Nieto en ese escenario internacional, y ya con la
supuesta experiencia de cerca de cuatro años en el cargo.
El caso fue que ante
los ojos del mundo el canadiense Trudeau se puso al centro de un espacio
abierto con paisaje urbano atractivo, cruzó sus brazos a efecto de extender su
mano izquierda a Peña, y su derecha a Obama, encontrándose con la mano de éste,
y con el desconcierto cándido del presidente de México, al no saber manejar su
mano izquierda al mismo tiempo que su derecha, y generando un instantáneo
enredo, de comicidad, en el cruzado saludos a seis manos de los tres líderes,
lo que puso muy nervioso a Peña Nieto, quien ya en ese aturdimiento, a una inclinación
de Obama, decidió bajar del escenario sin darse cuenta que sus dos homólogos se
quedaban platicando parados y dándole la espalda. Y al percatarse de la incómoda
situación en la que él mismo se puso, con mayor nerviosismo subió otra vez al
estrado, perdiendo totalmente la compostura.
Y siempre se espera
que un presidente no pierda ni la patria ni la prestancia.
El segundo hecho
ocurrió en la conferencia trilateral de prensa. El Presidente Enrique Peña
Nieto, so pretexto de reconocer la unión de naciones, lanzó su retórica en
contra de “los que asumen posiciones populistas y demagógicas, vendiendo
soluciones fáciles”; y el Presidente Barack Obama contestó: “me preocupo por la
gente pobre, que está trabajando muy fuerte y no tiene la oportunidad de
avanzar; supongo que esto me hace populista. Hay que tener más cuidado con este
término”, marcando así su oposición a lo dicho por el presidente mexicano,
quien no entendía lo que estaba pasando.
Los mexicanos percibimos
que Peña Nieto se refería a Trump y López Obrador; pero para Obama (sensible
porque pronto dejará el poder, sentido de que desde su primer candidatura se le
ha venido calificando por sus opositores en EU de “populista”, lo que parece
que olvidó el Presidente Peña y el equipo que le preparó el material de
posibles respuestas) el populista señalado era Trump, y él; así que a Obama le
vino el saco, y por eso contestó adusto, con mucha serenidad y experiencia
oratoria, pero dolido.
A nuestros
diplomáticos de carrera, como a todos los mexicanos de bien, nos duele lo que
ocurre en nuestras relaciones exteriores.