martes, 19 de julio de 2016

LOGOS
Radicales libres
TRAGEDIAS POR DOQUIER
Existen los radicales libres en el fenómeno químico y dentro de la estructura biológica del ser humano, provocando, al tener electrones sin aparejar, inestabilidades con reactividad violenta.
Así acontece en todos los fenómenos, incluyendo a los sociales, sean educativos, económicos, políticos, o religiosos. Vivimos en un universo en donde todo está conectado a todo.
En una persona física sus radicales libres generan, por factores internos y/o externos, daños, enfermedades, o la muerte, si no se logra estabilizarlos bajo procedimientos eficaces.
Y en las personas morales sucede algo parecido, sean países, u organizaciones sociales mayores o menores que una nación.
Un radical libre, llamado Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte, está en proceso de separarse de la Unión Europea. De forma similar, una serie de radicales libres, cada uno con su propia naturaleza, y valor, golpea con violencia en Louisiana, Turquía, Niza, Bruselas, París, Siria, Afganistán, o en donde haya un policía en los Estados Unidos de América, lo que ha motivado al Presidente Barack Obama a expresar recientemente que “no hay justificación posible para la violencia en contra de los agentes de la ley”, pues en pocas semanas han asesinado a cerca de 40 “guardianes del orden” en ese territorio.
México, como muchos otros pueblos, sufre a sus radicales libres; empero, éstos no han aparecido por generación espontánea, sino que también están regidos por la ley de la causalidad, siendo efectos de causas anteriores, y convirtiéndose dialécticamente, a su vez, en una causa que producirá nuevos efectos.
Todos los seres humanos necesitamos conocer ese engranaje universal, y estudiarlo más a fondo, para cada día perfeccionar nuestras acciones, y lograr transformar en beneficio de la vida humana a nuestro mundo.
Una reforma educativa con esos enfoques y alcances es lo que nuestro país requiere con urgencia. El pueblo de México no merece que la educación pública esté en manos de autoridades gesticuladoras, y la educación privada en manos de comerciantes, salvando las honrosas excepciones.
Toda la educación debe ser regida por el Estado, con talento y honestidad, y con la fuerza de toda su población organizada y de sus medios de comunicación. Todo para los maestros. Nada para líderes sindicales que se han hecho millonarios, quienes tienen a sus hijos en colegios particulares, y deciden los cargos educativos a favor de sus cómplices, de los que más marchan, toman instalaciones, destruyen, maldicen y sólo enseñan sus bajos instintos.
De cara al pueblo, el gobierno como representante del Estado debe enfrentar a los radicales libres, dejando atrás su retórica mentirosa.
En lo social, cuando los radicales libres tienen razón y virtudes necesarias, el pueblo suele constituirlos en gobierno.
Todos a participar en la educación, con inteligencia honesta. Mucho trabajo organizado nos espera.