lunes, 6 de junio de 2016

LOGOS
Corrupción fermentada
NAZISMO A LA MEXICANA
        El mundo comunicado, global y velozmente, dio a conocer de inmediato las imágenes de un puñado de maestros mexicanos humillados, abatidos, insultados, sentados en el piso y rodeados de una multitud que gozaba, o al menos admitía, que les cortarán públicamente a trasquilones el cabello de sus cráneos, después de pasearlos descalzos con cartulinas colgantes de sus hombros, llevando frases degradantes para los portadores.
        Y las víctimas de esa infame violencia eran mujeres y hombres de la tercera edad, quienes cometieron la gravísima falta de asistir a dar clase, en contra de la determinación de su dirigencia nacional conocida como la CNTE.
        Cuadros tan espeluznantes como ése se dieron en los inicios del nazifascismo en Europa, cuando el nacional socialismo estaba por tomar el poder en Alemania, Italia, y España.
        Ese nazismo ocasionó la Segunda Guerra Mundial, en donde según algunos hubo 50 millones de muertos, mientras otros lo elevan a 70 millones, pero en lo que todos coinciden es que el 80% de los fallecidos fueron civiles.
        Ese nazifascismo tuvo simpatizantes en el México del siglo XX, en la década de los treinta e inicios de los cuarenta, sobre todo en su perfil alemán.
        En todos los países del mundo ese nazifascismo está latente, con las características propias de cada nación; sus rasgos fundamentales son la violencia, la fuerza bruta supuestamente justificada por una idea sentida por la masa humana llamada pueblo, que atraiga su devoción dogmática por la necesidad lacerante de resolver problemas que la agobian; la presencia de un personalizado  caudillo es otro de sus ingredientes, para que esa masa simplifique su ilusión en un rostro, en el sonido de su palabra, en los conceptos de esa oferta añorada; todo el que no esté con él, estará en contra de ellos; no admiten razonamientos en contrario, y al principio apalean y agreden, y cuando tienen el poder asesinan.
        Los cultivadores de ese nazismo son, entre otros, los poderosos que por sus torpezas y ambiciones personales, y de clase, devastan la economía de una nación hasta llevarla a la quiebra, dejando a la gente en la ignorancia para que sea carne de cañón irritada, fácil presa de una oposición tan mesiánica como roñosa.
        Esos poderosos, aunque en algún momento digan que México es primero, ya radican con sus familias en los barrios residenciales de algunas ciudades de los Estados Unidos de América, mostrando con ese cambio de país, que primero son ellos.
        Esa es una parte de la peligrosa tijera, ya que otra cuchilla la conforman esos grupos opositores violentos, que traen el autoritarismo y la represión en sus venas, con una sed de venganza, ajenos a toda acción razonada de justicia.
        Nuestra corrupción mexicana está fermentada en esos dos extremos, que se juntan inconscientemente para edificar el nazismo a la mexicana. Beatriz Pagés hace bien en luchar contra este mal.