LOGOS
Ni triunfadores ni
derrotados
SÓLO REBAÑO DE
CONFUNDIDOS
En el método científico no hay lugar a
la arrogancia. Se trabaja con toda humildad en la búsqueda de algo que no se tiene:
la verdad; y luego que se le encuentra, después de todo un proceso esforzado,
recuerda uno, entre muchas otras cosas, que todo está en constante cambio,
hasta esa verdad encontrada.
Si ese método que siempre es perfectible
ha conducido al hombre a un desarrollo humanista, científico y tecnológico,
innegable, debe servirnos para comprender de mejor manera los procesos de tipo
electoral en el fenómeno político mexicano, independientemente de todo
explicable interés personal, partidista, ideológico, o de clase socioeconómica.
Vayamos a lo concreto.
En los medios masivos de comunicación se
asegura: quienes perdieron en estas elecciones del 2016 son el Presidente
Enrique Peña Nieto, el PRI y Manlio Fabio Beltrones Rivera, y el PRD de los
chuchos con Agustín Basave Benítez; y quienes ganaron fueron, por la derecha,
el PAN de Ricardo Anaya Cortés con Felipe Calderón Hinojosa y su esposa
Margarita, y por la izquierda, Andrés Manuel López Obrador y su Morena.
Esa idea entregada a la población es la
central, con algunas variantes.
En el caso de los
supuestos perdedores, algunos afirman que el fracasado es el Presidente Peña,
no el PRI ni Beltrones; mientras otros señalan que los malogrados son el PRI y
Beltrones, pero no el Presidente. El PRD, aseguran unos, no es perdedor, ganó aliado
al PAN como valeroso escudero de la derecha, pero ha perdido su ideología de
izquierda, la que ahora es enarbolada en exclusiva por Andrés Manuel López
Obrador y su partido.
Para la situación de
los supuestos ganadores, el PAN que abandera a la derecha no alcanzó solo el
triunfo, tuvo que aliarse con el aristocrático clero católico que parece no
recordar la lección del siglo XIX, con empresas transnacionales de la peor
ralea, y con sus "oponentes ideológicos" del PRD. Por la izquierda el
ganador personalizado es Andrés Manuel López Obrador, y su partido, quien con
todo "absolutismo democrático", y todos los ataques en su contra, ha
venido ganando simpatías y votos ciudadanos, causando temor en la gente poderosa,
que ya no sabe qué hacer para obstaculizar sus triunfos.
En el fondo de ese
fenómeno político electoral no hay ni ganadores ni perdedores; ahí, los
mexicanos somos los arruinados. Superficialmente, por muy diversas razones,
ganaron los extremos, pero en esencia todo el sistema partidista de México está
desaprobado por su corrupción, inutilidad, soberbia, costo y torpeza.
Además, mientras
sigamos teniendo la misma forma de organización socioeconómica viviremos con
desigualdades peligrosas y enfermizas que motivan descomposición social,
deshonestidad extrema e impunidad total, con el modito de cada partido
político.
Pero no olvidemos
que cuando la derecha clerical avanza peligrosamente, la izquierda radical toma
el poder.