LOGOS
Pepe Hidalgo y
Almonte
PÍCAROS NACIONALES
EN EUROPA
Espléndido artículo de Ignacio Solares,
al darnos su opinión sobre la novela de Verónica González Laporte; obra que,
titulada El hijo de la sombra, lleva como personaje central a Juan Nepomuceno
Almonte, vástago de José María Morelos y Pavón, ejemplo, ambas figuras
históricas, de que padre e hijo tienen, siempre, personalidad y
responsabilidades separadas.
En ese escrito, Solares nos reitera su notable
frase: "La ventaja de la novela es que puede llenar con la imaginación los
huecos que deja la historia", tomando a ésta, seguramente, como el
producto escrito de quienes publican sobre esos hechos, y no como el fenómeno
histórico en sí, que jamás deja huecos.
Y es que los libros de historia, por su
propia naturaleza, llevan en su narrativa muchos vacíos, generando en nosotros,
sus lectores, innumerables dudas; y el novelista, sin el rigor del historiador,
expresa lo que su imaginación desea.
La documentación histórica revela la
existencia en París, en 1861, de refugiados mexicanos conspirando en contra del
gobierno liberal del Presidente Benito Juárez: José María Gutiérrez Estrada,
José Manuel Hidalgo Esnaurrizar, Juan Nepomuceno Almonte, entre otros.
Políticos, ésos, con diferentes
antecedentes, temple, y alcances, llevando en común su carácter de expatriados,
su perfil de mexicanos pícaros, y su intriga ambiciosa.
Pero sólo el segundo de ellos, Pepe
Hidalgo, era quien tenía vínculo directo con el Emperador Napoleón III, a
través de la emperatriz Eugenia de Montijo, española con quien Pepe tenía
amistad desde joven.
Toda esa bandada de emigrados fueron
instrumentos de la política imperialista de la Francia del segundo Bonaparte, y
Pepe Hidalgo, quien nada tenía que ver con el Padre de la Patria, pero quien
dejaba correr rumores de parentesco, fue el enlace permanente entre esos
monarquistas mexicanos y el emperador.
Pepe era toda una fichita: superficial,
apuesto, audaz, simpático, cultivador, divertido, el clásico diplomático de
salón, con gran don de gentes, adulador nato, y por ello recibía el trato
cariñoso de todos, de la emperatriz y del emperador, sin saber de quién de los
dos más.
Pero ni ese Pepe ni Almonte fueron
sujetos trascendentes en esa trama histórica de invasión a México, e imposición
de Maximiliano de Habsburgo como Emperador en nuestro país.
Cuatro perspectivas diferentes de ese
equívoco francés nos auxilian a comprender ese fenómeno histórico que, entre
otras causas, le costó a Luis Bonaparte la corona de emperador y el destierro: la
de Víctor Hugo en "Napoleón el pequeño", la de Pedro José Proudhon en
"Golpe de Estado", la de Carlos Marx en el "18 Brumario de Luis
Bonaparte", y las notas y protestas diplomáticas de un gran mexicano, Juan
Antonio De la Fuente.
El 9 de enero del 1862 fue la primera
conferencia en Veracruz de los tres ejércitos europeos que invadieron a México.
¡Aleccionadores recuerdos!