domingo, 17 de enero de 2016

LOGOS
Pepe Hidalgo y Almonte
PÍCAROS NACIONALES EN EUROPA
        Espléndido artículo de Ignacio Solares, al darnos su opinión sobre la novela de Verónica González Laporte; obra que, titulada El hijo de la sombra, lleva como personaje central a Juan Nepomuceno Almonte, vástago de José María Morelos y Pavón, ejemplo, ambas figuras históricas, de que padre e hijo tienen, siempre, personalidad y responsabilidades separadas.
        En ese escrito, Solares nos reitera su notable frase: "La ventaja de la novela es que puede llenar con la imaginación los huecos que deja la historia", tomando a ésta, seguramente, como el producto escrito de quienes publican sobre esos hechos, y no como el fenómeno histórico en sí, que jamás deja huecos.
        Y es que los libros de historia, por su propia naturaleza, llevan en su narrativa muchos vacíos, generando en nosotros, sus lectores, innumerables dudas; y el novelista, sin el rigor del historiador, expresa lo que su imaginación desea.
        La documentación histórica revela la existencia en París, en 1861, de refugiados mexicanos conspirando en contra del gobierno liberal del Presidente Benito Juárez: José María Gutiérrez Estrada, José Manuel Hidalgo Esnaurrizar, Juan Nepomuceno Almonte, entre otros.   
        Políticos, ésos, con diferentes antecedentes, temple, y alcances, llevando en común su carácter de expatriados, su perfil de mexicanos pícaros, y su intriga ambiciosa.
        Pero sólo el segundo de ellos, Pepe Hidalgo, era quien tenía vínculo directo con el Emperador Napoleón III, a través de la emperatriz Eugenia de Montijo, española con quien Pepe tenía amistad desde joven.
        Toda esa bandada de emigrados fueron instrumentos de la política imperialista de la Francia del segundo Bonaparte, y Pepe Hidalgo, quien nada tenía que ver con el Padre de la Patria, pero quien dejaba correr rumores de parentesco, fue el enlace permanente entre esos monarquistas mexicanos y el emperador.
        Pepe era toda una fichita: superficial, apuesto, audaz, simpático, cultivador, divertido, el clásico diplomático de salón, con gran don de gentes, adulador nato, y por ello recibía el trato cariñoso de todos, de la emperatriz y del emperador, sin saber de quién de los dos más.
        Pero ni ese Pepe ni Almonte fueron sujetos trascendentes en esa trama histórica de invasión a México, e imposición de Maximiliano de Habsburgo como Emperador en nuestro país.
        Cuatro perspectivas diferentes de ese equívoco francés nos auxilian a comprender ese fenómeno histórico que, entre otras causas, le costó a Luis Bonaparte la corona de emperador y el destierro: la de Víctor Hugo en "Napoleón el pequeño", la de Pedro José Proudhon en "Golpe de Estado", la de Carlos Marx en el "18 Brumario de Luis Bonaparte", y las notas y protestas diplomáticas de un gran mexicano, Juan Antonio De la Fuente.
        El 9 de enero del 1862 fue la primera conferencia en Veracruz de los tres ejércitos europeos que invadieron a México. ¡Aleccionadores recuerdos!