lunes, 18 de enero de 2016

LOGOS
EU el más poderoso, y punto
ENERGÉTICOS PARA SANO DESARROLLO
        México es aliado de los Estados Unidos de América, aunque su relación podría ser señalada, también, como de dependencia, o interdependencia.
        Barack Obama, presidente de uno de esos dos países, manifestó lapidariamente hace días ante el congreso americano: "Estados Unidos es la nación más poderosa de la Tierra, y punto".
        México es la parte débil en ese vínculo, y no podemos ni debemos agregar: "y punto", porque aspiramos a no serlo; y aunque fuésemos los más poderosos del planeta nuestros valores éticos no nos permitirían más que sentir una gran responsabilidad, excluyendo la posibilidad de toda ofensa, así sea leve, para las demás naciones.
        En ese mismo discurso Obama, haciendo lujo de oratoria de alto nivel y precisando con lógica y seriedad los logros de su administración, logró eufóricos aplausos al reflexionar sobre temas actuales y sentidos, entre otros: seguro social, empleo, educación, sistema electoral, salud, política internacional, terrorismo, y energéticos.
        Era su día, y sincerándose manifestó: "Voy a seguir presionando para cambiar la forma de gestión de recursos de petróleo y carbón... promovamos la libertad de todos para generar y almacenar nuestra propia energía, sobre todo energía limpia... Vivimos una época de cambios extraordinarios... Tenemos buena memoria y nuestro alcance no tiene límites... En lugar de subsidiar al pasado debemos invertir en el futuro... Con esta política hemos logrado reducir nuestras importaciones de petróleo extranjero en casi un 60%".
        La aclamación fue franca y emocionada, ya que esa política ha sido eficiente y buena para ellos, logrando bajar el precio del barril de petróleo de más de 115 dólares, a menos de 30 actualmente, con tendencia a bajar hasta 15, y afectando así, por ejemplo, a Venezuela y a su gobierno enemigo, como a México y su gobierno aliado, dependiente, o interdependiente.
        Para EU y su gobierno esos resultados en la política energética son un acierto extraordinario y excelente; mientras para los países y gobiernos afectados son un equívoco torpe y chapucero, lo dicen claramente unos, y se lo guardan con prudencia otros.
        Opera en eso, con toda proporción guardada, la llamada Ley de Campoamor, aquella que en verso fue expresada por el poeta español inolvidable, ahora casi olvidado, Ramón de Campoamor (1817-1901): "En este mundo traidor nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira."
        Con cristal de color distinto, supongo, el Presidente Enrique Peña Nieto recién viajó a los países que auxiliaron a EU en esa política energética: Arabia Saudita, Emiratos Árabes, Kuwait y Qatar, para que inviertan en la industria energética de México, armonizando sus intereses con los nuestros, bajo la egida de que la energía debe ser para crecer y no para desestabilizar. ¿Será esto posible?
        Vale, para el caso, la duda razonable. Ojalá auxilie a México.