LOGOS
Fisuras a la vista
“EL PODER TOTAL”
Para hacer
un análisis de lo que significa “el poder total”, es conveniente retornar a los
textos del británico John Locke (1632-1704), médico, jurista, escritor,
científico, político y filósofo.
Dentro de
los variados temas, en los libros que escribió Locke, encontramos los ‘Dos
tratados sobre el gobierno civil’, donde se declara enemigo de la monarquía
absoluta, por ejercer, ésta, “el poder total”.
La realidad
británica que provocó la ‘Revolución Gloriosa’ de 1688, y sus lecturas a las
obras de Aristóteles (384.322 antes de nuestra Era), Thomas Hobbes (1588-1679),
y René Descartes (1596-1650), le sirvieron para influir de manera destacada en
todo el mundo, incluida la Revolución de Independencia de los Estados Unidos de
América, la Revolución Francesa, y las constituciones mexicanas, desde la de
Apatzingán en 1814 (pre la Independencia de la Nueva España de la Corona
Española) hasta la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de
1917, vigente todavía, pero amenazada expresamente por ‘el poder total’ que
produjo de manera suicida la elección presidencial mexicana el 2 de junio del
2024.
Locke se
lanzó en contra de su connacional Robert Filmer (1588-1653) quien elogiaba al
patriarca que concentraba, en aquel entonces, todo el poder; y propuso (Locke) la
desaparición de ‘el poder total’.
Por ello proclamó
la división de poderes, dividiendo el ejercicio de la soberanía (la que reside
esencial y originalmente en la población) a través de otorgar atribuciones
legales al Poder Legislativo, al Poder Ejecutivo, y al Poder Federativo (el que
se convirtió más tarde en el Poder Judicial).
Diseñó una
maquinaria jurídica, política y económica, de pesos y contrapesos, para que estos
tres poderes se vigilaran entre ellos, se llamaran a cuentas recíprocamente,
conforme a reglas fundamentales establecidas en una Carta Magna, en armonía,
pero en plena libertad en sus facultades, sin ninguna dependencia entre sí.
Para Locke, los
humanos tenían derechos que no provenían de ningún dios y de ningún emperador,
rey o patriarca, sino de la naturaleza; esto es, de la propia naturaleza humana;
de ésta se desprende la libertad, la igualdad, la propiedad, la fraternidad,
entre muchos otros derechos humanos concretados.
El
pensamiento de John Locke no nos llegó (a lo que hoy es México) de manera
directa, sino a través de los estadunidenses, de sus padres fundadores: John
Adams, Benjamín Franklin, Alexander Hamilton, John Jay, Thomas Jefferson, James
Madison y George Washington, con su Revolución de Independencia del 1776.
Y más tarde
esas reflexiones de Locke llegaron, trece años después, a través de la
Revolución Francesa del 1789, con los libros de Juan Jacobo Rousseau, Carlos de
Secondat, barón de Montesquieu, Francois Marie Arouet, mejor conocido como Voltaire,
y Denis Diderot.
Cuando los
vuelcos y revuelcos históricos, los de antaño, los de ogaño y los porvenires,
nos vuelven a imponer “el poder total” concentrado, en un solo individuo
constituido en dictador (alias Andrés Manuel López), retorna otra vez el
proceso inicial de las fisuras que lo volverán a desquebrajar, pero, en
mientras, no podemos ser simples observadores impasibles.
El padrón
electoral de México para las elecciones del 2024 fue de 98 millones 472 mil
ciudadanos; se considera que no se inscribieron aproximadamente 2 millones de
electores. La suma de esas cifras nos da más de 102 millones de votantes.
Empero, el
número oficial de los votantes fueron 60 millones. Así que más de 42 millones
no fueron a votar, los que pueden manifestarse ante una abusiva y peligrosa
acción caótica gubernativa de concentración dictatorial.
Las fisuras de
“el poder total” no sólo serán causadas por fuerzas del exterior, sino también las
fuerzas internas se harán sentir.
Cuidemos,
por ende, la unidad de 130 millones de mexicanos. La sensatez no le ha hecho
daño a nadie, hasta el momento.
Las fisuras
de nuestro amenazante poder total han comenzado.