lunes, 10 de enero de 2022

 LOGOS

Morelos Canseco González

HONOR A SU MEMORIA

        Mucha gente buena que he tenido la honra de conocer, y tratar, se ha muerto. Siento la certidumbre de que mi mundo se va despoblando.

        Y por más que lo reconstruyo, para renovarlo, (tarea por demás satisfactoria) el efecto de esos vacíos me provoca añoranza.

        Terminábamos la comida el día de los santos reyes, con mi familia, cuando entró una llamada telefónica dándome noticia de la muerte de mi amigo Morelos Canseco González.

        Tenía noticia de sus padecimientos, pero hay defunciones que no por esperadas dejan de ser menos dolorosas.

        Mi primer impulso, compartido con mi esposa, fue comunicarme con nuestros amigos: María Antonieta Canseco de Garrido y José Antonio Garrido Mejía y, a ambos, les hicimos saber nuestro sentimiento de solidaridad.

        Ellos, con grata y periódica frecuencia nos convocan a su hogar; y, ahí, en franco abuso de los anfitriones, convertimos las horas en intensas tertulias sobre política, economía, estética, historia y literatura, salpicando con anécdotas de chismorreo político, temas que para algunos parecerán aburridos y técnicos.

        En ese informal, pero afable, círculo de estudio y aprendizaje hemos ejercido el arte de convivir, y asimilamos las reglas de escuchar, para sostener conversaciones productivas.

        Dentro de ese vínculo de armonía humana, tomamos del filósofo de Éfeso su teoría. Heráclito aseguró, en uno de sus fragmentos: “No hay ejes centrales, pues todo se pivotea a través de todo”.

        Lo que siempre hubo, en nuestros encuentros, fue la admiración y el respeto para Morelos Canseco González, no sólo por su edad, sino sobre todo por su lúcida inteligencia.

        Curiosamente, partes de las raíces familiares del tamaulipeco Morelos Canseco, y segmentos de su descendencia, vivieron y/o viven en Morelia.

        Por lo que a mí respecta, me cruce con él en la LI Legislatura Federal; Morelos como senador, yo como diputado. Nunca había conocido una persona que llevara como nombre el apellido del prócer que se llamó a sí mismo “Siervo de la Nación”.

        Con sentido de orgullo me explicó la razón familiar de su primer apelativo.

        Desde aquellos ayeres ambos fomentamos nuestra amistad. Llegamos a ser conductos políticos y legislativos eficaces entre las dos cámaras del Congreso de la Unión, y en las reuniones interparlamentarias con los legisladores de los EU hicimos frente común con un nacionalismo respetuoso para todos los pueblos de la Tierra.

        Sus convicciones fueron firmes y congruentes, y mucho aprecié su generosa atención (inmerecida) de ponerme a leer los primerizos textos de sus libros, los que goce antes de que fuesen editados.

        ‘De la Epopeya un Gajo’, ‘La Revolución Mex-Americana’ y ‘De Política Mexicana, Recuerdos (1948-2004).

        Aseveró Morelos Canseco que “la amistad es el más noble de los sentimientos; sin embargo, en el ámbito político la amistad es casi imposible, pues la ambición y el poder, en muchas ocasiones, lastiman y rompen lazos que se suponían permanentes”.

        Gustaba de hacer viajes al pasado, con el fresco ánimo de vislumbrar mejor al porvenir.

        Morelos despidió, con análisis políticos, a su dos mejores amigos: José López Portillo y Javier García Paniagua.

        Ahora, ante su muerte, nos toca presentar nuestra solidaridad a toda la apreciable familia de Morelos Canseco González.

        De él recordaremos, como ejemplo, lo mejor de su vida; deseando paz para sus restos, y honor para su memoria.