LOGOS
Morelos
Canseco González
HONOR
A SU MEMORIA
Mucha gente buena que he tenido la honra
de conocer, y tratar, se ha muerto. Siento la certidumbre de que mi mundo se va
despoblando.
Y por más que lo reconstruyo, para
renovarlo, (tarea por demás satisfactoria) el efecto de esos vacíos me provoca
añoranza.
Terminábamos la comida el día de los
santos reyes, con mi familia, cuando entró una llamada telefónica dándome
noticia de la muerte de mi amigo Morelos Canseco González.
Tenía noticia de sus padecimientos, pero
hay defunciones que no por esperadas dejan de ser menos dolorosas.
Mi primer impulso, compartido con mi
esposa, fue comunicarme con nuestros amigos: María Antonieta Canseco de Garrido
y José Antonio Garrido Mejía y, a ambos, les hicimos saber nuestro sentimiento
de solidaridad.
Ellos, con grata y periódica frecuencia
nos convocan a su hogar; y, ahí, en franco abuso de los anfitriones, convertimos
las horas en intensas tertulias sobre política, economía, estética, historia y
literatura, salpicando con anécdotas de chismorreo político, temas que para algunos
parecerán aburridos y técnicos.
En ese informal, pero afable, círculo de
estudio y aprendizaje hemos ejercido el arte de convivir, y asimilamos las
reglas de escuchar, para sostener conversaciones productivas.
Dentro de ese vínculo de armonía humana,
tomamos del filósofo de Éfeso su teoría. Heráclito aseguró, en uno de sus
fragmentos: “No hay ejes centrales, pues todo se pivotea a través de todo”.
Lo que siempre hubo, en nuestros
encuentros, fue la admiración y el respeto para Morelos Canseco González, no
sólo por su edad, sino sobre todo por su lúcida inteligencia.
Curiosamente, partes de las raíces
familiares del tamaulipeco Morelos Canseco, y segmentos de su descendencia, vivieron
y/o viven en Morelia.
Por lo que a mí respecta, me cruce con
él en la LI Legislatura Federal; Morelos como senador, yo como diputado. Nunca
había conocido una persona que llevara como nombre el apellido del prócer que
se llamó a sí mismo “Siervo de la Nación”.
Con sentido de orgullo me explicó la
razón familiar de su primer apelativo.
Desde aquellos ayeres ambos fomentamos
nuestra amistad. Llegamos a ser conductos políticos y legislativos eficaces
entre las dos cámaras del Congreso de la Unión, y en las reuniones
interparlamentarias con los legisladores de los EU hicimos frente común con un
nacionalismo respetuoso para todos los pueblos de la Tierra.
Sus convicciones fueron firmes y
congruentes, y mucho aprecié su generosa atención (inmerecida) de ponerme a
leer los primerizos textos de sus libros, los que goce antes de que fuesen
editados.
‘De la Epopeya un Gajo’, ‘La Revolución
Mex-Americana’ y ‘De Política Mexicana, Recuerdos (1948-2004).
Aseveró Morelos Canseco que “la amistad
es el más noble de los sentimientos; sin embargo, en el ámbito político la
amistad es casi imposible, pues la ambición y el poder, en muchas ocasiones,
lastiman y rompen lazos que se suponían permanentes”.
Gustaba de hacer viajes al pasado, con
el fresco ánimo de vislumbrar mejor al porvenir.
Morelos despidió, con análisis políticos,
a su dos mejores amigos: José López Portillo y Javier García Paniagua.
Ahora, ante su muerte, nos toca
presentar nuestra solidaridad a toda la apreciable familia de Morelos Canseco
González.
De él recordaremos, como ejemplo, lo
mejor de su vida; deseando paz para sus restos, y honor para su memoria.