LOGOS
Septiembre
patriótico
MUCHEDUMBRE
INSURGENTE
Nunca es demasiado tarde para precisar
algunos hechos históricos.
El llamado "Grito de Dolores",
ni fue grito ni lo dio Dolores; y equívocamente se reproduce año tras año,
desde hace cerca de siglo y medio, a las 22 ó 23 horas de cada día 15 de
septiembre, usando las sombras de la noche con fines de diversas índoles.
A decir verdad, Don Miguel Hidalgo y
Costilla, bien designado Padre de la Patria, no dio ningún grito ni el 15 ni el
16 de septiembre del año 1810, o al menos no fue registrado ningún alarido dado
por él, ya que ninguno de los testigos de esos turbulentos días lo registra.
Coinciden en sus declaraciones Hidalgo,
Allende y Aldama, una vez que fueron aprehendidos en 1811, al reconocer que a
las 5 de la mañana del 16 de septiembre del 1810, "Hidalgo a la cabeza de
un grupo de insurrectos desembocó en el atrio de la iglesia de la población de
Dolores".
Y ahí, convocando a los feligreses a
misa, bajo el recurso de que era día domingo, pudo reunir a una
"muchedumbre en pocas horas, arengándola con razonamientos", no con
gritos, ni menos con un solo grito.
La gente reunida no sólo era de Dolores,
sino de las rancherías circunvecinas, y explicó que "El movimiento que
hemos iniciado tiene por objeto el derribar al mal gobierno… quitando el poder
a los españoles que han entregado el reino a los franceses… en adelante no
pagarán ningún tributo, y todo el que se aliste en las filas llevando consigo
armas y caballo se le pagará un peso
diario, y la mitad a quien se presente a pié".
Mandó que fueran a la cárcel, y dieran
libertad a los presos, aceptando que participaran en la lucha insurgente;
disponiendo, también, que fueran a la casa de cada uno de los gachupines de la
población, y los aprehendieran.
19 ricos y poderosos españoles fueron
llevados ante Hidalgo. José María Liceaga elaboró la lista de ellos, entre
otros: "Don Ignacio Díez Cortina, Don Francisco Santelices, Don José
Antonio Larrinúa, Don Toribio Casillas, Don Francisco Irigoyen…"
Esos gachupines personificaban el poder
en toda la región, ante ellos la gente bajaba la vista, les cedía la banqueta, los
obedecía; eran los Señores, el "Don" prefijaba su nombre y su
dignidad.
Y el que esas eminencias fueran amarradas,
humilladas, degradadas, ante esa muchedumbre sorprendida que observó, además,
que esos señorones estaban a disposición, ahora, de Don Miguel Hidalgo y
Costilla, el cura del pueblo, éste, de inmediato, bajo el asombro de todos,
concentró el poder. Y ese poder transformó a Hidalgo.
Llegó a tener en su mando cerca de 100
mil personas, que nunca constituyeron un ejército, pero sí formaron una gran y heroica
muchedumbre. Familias enteras lo siguieron, con niños y ancianos, con el
metate, con el perro, con los marranos y las cabras, la cobija.
Sus ideales fueron, para aquel tiempo, bellos
y peligrosos sueños.
Recordaré cuatro: independencia de la
Nueva España en relación a la Corona Española, abolición de la esclavitud,
supresión de castas, y reintegración de tierras a los indígenas.
Todo eso nunca fue ni será producto de
muchedumbres. Los seres humanos unidos, conscientes y preparados, son el motor
de la Historia.