LOGOS
Incongruencias
electorales patéticas
MÉXICO PIDE MENOS
TRIVIALIDAD Y GASTO
Ser congruente no es fácil, pero serlo es
necesario y, por ello, valioso. La gente poseedora de congruencia merece
respeto, genera confianza, y con ella, aún no estando de acuerdo, sabemos a qué
atenernos.
El interesado, chismosillo y malicioso,
video del twitter de Enrique Ochoa Reza difundió lo dicho por Ricardo Anaya
Cortés, en elogio desmedido a José Antonio Meade Kuribreña: “es un mexicano de
quien nos sentimos profundamente orgullosos… es de los poquísimos mexicanos
varias veces secretario de estado, en distintas secretarías… de dos gobiernos
emanados de diferentes partidos políticos… como consecuencia de su preparación y
solidez técnica… pero sobre todo por su verticalidad y calidad humana”.
Al mismo Anaya, casi candidato de una
incongruente alianza de partidos, recientemente le oímos aseverar sobre Meade:
“es incongruente, corrupto y se rodea de corruptos… candidato de acero o de a
cero votos… que representa lo viejo de un régimen… es más de lo mismo, robo y
desvío de recursos”.
Afirmar hoy una cosa, y mañana certificar
cosa desemejante, exige de una explicación lógica y precisa. De no darse,
aflora la incongruencia.
Algo similar pasa con Meade. Primero
anduvo muy agresivo en contra de Anaya y de AMLO; después, aseguró que eso de
atacarse entre precandidatos no era lo correcto, pues deberían centrarse en los
problemas nacionales para resolverlos; y ahora retorna a los ataques: “Ricardo
sirve para guía de turistas, habla inglés y francés, sabe de turismo y toca la
guitarra… Andrés es un nini, quien para concluir sus estudios duró 14 años, y
lleva 12 años sin trabajar… ¿ustedes los elegirían para presidente? La verdad,
yo no.”
Así que Meade, al igual que Anaya, cojea
de lo mismo: incongruencia pura.
Andrés Manuel López Obrador no se queda
atrás en eso de la falta de congruencia. Sus contradicciones son profusas, e
igual de turbadoras.
AMLO, no hay duda, es el decano de los
aspirantes a ser presidente de México; es el de mayor experiencia y el más
seguro de sí mismo y, por igual, antier juzgaba, severo y de antemano, a los
miembros connotados de la mafia en el poder, ayer los estaba perdonando con
unciones de esa humildad todopoderosa, y hoy vuelve a sentenciarlos sin ninguna
piedad.
Con frialdad ascética, a sus enemigos
putrefactos de otrora los ha reconvertido en virtuosos amigos y compañeros de
campaña.
Y la incongruencia de los llamados
independientes, emplazados a ser, bajo su propia y previa aceptación, peones
dependientes del dueño del ajedrez electoral, para el reacomodo conclusivo.
Y como denominador común de esas
incongruencias, está la aburrida trivialidad de sus temas y, excepcionalmente,
una que otra ocurrencia, sin lógica y carente de sustento real.
Muchos mexicanos les rogamos, a todos los
aspirantes, que dejen de ser incongruentes y triviales, y que no mal gasten
tanto dinero de un México empobrecido.