LOGOS
Destino heroico
EN LOS DECIRES DE AMLO
Su lento hablar, contrasta con la largura
de sus promesas y, éstas, tienen sentido, por ello, resultan atractivas; sin
embargo, suelen no resistir un análisis lógico.
Mucho de lo que externa Andrés Manuel
López Obrador es un diagnóstico de la realidad que vive nuestro país, y
millones de mexicanos, desde hace muchos decenios, estamos ciertos de las
lacerantes fallas de nuestro sistema.
Las soluciones propuestas, y quiénes las
coordinen en su aplicación, nos empiezan a separar, lamentablemente; y, para el
caso, la unión nacional resulta imprescindible.
Felipe Calderón, como presidente, llamó
“guerra” a lo que simplemente necesitaba, aún con todo y sus peligros, la
aplicación coercitiva del derecho a delincuentes de significada peligrosidad.
Ese torpe desliz le cuesta a México
cientos de miles de muertos, más los que se aculen durante la semana. Y hasta
un fustigador como AMLO cae en la trampa de ese término belicoso.
“Yo voy a conseguir la paz, ese es mi
compromiso, voy a conseguir la paz y voy a terminar con la guerra, no vamos a
continuar con la misma estrategia que no ha dado resultados. A mitad del
sexenio ya no habrá guerra”; así prometió López Obrador en Yucatán, después de
que en Chichén Itzá, al decir de él mismo, se cargó “de energía positiva”.
Esa energía no le alcanzó para comprender
que al pueblo le molesta ese “yo, yo, yo”, por configurar un yoísmo insultante
y una mentira embarazosa.
No hay ningún individuo, ningún yo, o
sea, no hay ningún súper hombre que consiga la paz y acabe con la guerra;
además, no existe en México jurídicamente una guerra.
Sí, hay una violencia desatada que quizá
sea peor que una guerra, pero no hay una guerra.
Algo más, ni como metáfora funciona, ya
que no se trata exclusivamente de “terminar la guerra en tres años”, pues, así,
se puede terminar en un día, basta con que las fuerzas armadas no intervengan
en la lucha contra el crimen organizado, el
narcotráfico, y otros delitos
graves, y se acaba esa “guerra”.
Pues no es suficiente terminar con esa
guerra. Lo que se necesita es terminar con el narcotráfico, los secuestros, los
asesinatos, los robos, con el crimen organizado; éstos son los males,
provocados por ciertas causas, sí, las que también es necesario eliminar.
Y Andrés Manuel no señala en cuánto
tiempo acaba con todos esos ilícitos; y, en cambio, sí asegura que “juntos
haremos historia”, cuando la historia, como fenómeno social, la estamos
haciendo los mexicanos a cada segundo, juntos o separados, con elecciones o sin
ellas.
Y dentro de ese historicismo erróneo,
asegura que él llevará a México a “una cuarta transformación”; la primera fue
la Independencia con Hidalgo y Morelos, la segunda la Reforma con Juárez, la tercera
la Revolución con Madero, Villa y Zapata.
No hay duda, AMLO ya anda repartiendo
cargos públicos, seguro está de ganar, y su impertérrito destino heroico es un
hecho.
Ojalá, AMLO reflexionara mejor.