lunes, 23 de octubre de 2017

LOGOS
Sucesión presidencial
O TURBA DE LOCOS
        Enrique Peña Nieto empieza a entender lo que significa ser Presidente de México en esta época, a poco más de un año para que concluya su mandato presidencial, pero en los inicios de su soledad política.
Qué gran ventaja hubiésemos tenido los mexicanos si, él, hubiese logrado esta información, experiencia y formación, desde el 2012  y, claro, siempre y cuando ese aprendizaje lo hubiese aplicado para el desarrollo del pueblo que representa.
Con gran naturalidad, y atrevimiento político y ético, (y algunos agregarían cinismo) Peña Nieto afirmó recientemente: “…los priístas tenemos nuestra propia cultura, nuestra propia liturgia. Hay quienes nos estigmatizan porque somos diferentes, porque no hacemos elecciones primarias… o ejercicios que otros partidos hacen… nos sincronizamos el partido y el presidente… no sé quién lee la mente a quién, si el partido al presidente o el presidente al partido, pero coincidimos.”
Ya aprendió que cada quien tiene su manera de matar las pulgas; lección antiquísima, de los tiempos en que aparecieron las pulgas y empezaron a matarlas.
Y si el Presidente de México, como priísta, decreta que el PRI y él se leen la mente y siempre concuerdan, siendo el partido una persona moral y el presidente una persona física, ¿corresponderá de alguna manera esta comprometida confesión, de vínculo psíquico, a lo que establecen los documentos básicos de ese partido político tricolor?
De esa explicación presidencial se deriva una semejanza estructural entre MORENA y el PRI, ya que algo análogo ocurre entre Andrés Manuel López Obrador y su partido: se leen la mente ambos, a grado tal que, ahí, sí se sabe quién manda, puesto que los dos están fusionados al 100%
Respecto a los partidos políticos chiquitos en donde manda sólo uno, o dispone una sola familia, en estos pequeños casos, curiosamente, el líder personalizado y el partido también se leen la mente y armonizan a cabalidad.
A su vez, el PAN y el PRD aspiran y están muy próximos a tener similar organización, solos, o en su endeble y promiscuo enlace.
Empero, si esa patología autoritaria se observa en todos los partidos políticos de México, en los cerca de 90 aspirantes sin partido a la presidencia se advierte nula independencia, y mucho individualismo vanidoso y arbitrario concordante con organizaciones de dudosa naturaleza.
 Con esas mentes concordantes se torna cómica la política mexicana actual; pero puede derivar en trágica.
Si con toda la experiencia que ha obtenido el Presidente Enrique Peña Nieto, se equivoca en el candidato que anida en su mente, se llevará una sorpresa desagradable.
A Peña Nieto se le nota cansado, y para que su mente decida bien y concuerde con millones de mexicanos debe estar sosegado, con una responsable serenidad de mexicano.
Esperemos que esa corrupción, que él con impreciso propósito minimiza con fallas de semáforos, no haga de la sucesión presidencial una turba de locos.