LOGOS
Atomización
centrifuga
DEJARÁ EN RUINAS A
MÉXICO
Lo mejor de la vida humana oscila
armónicamente, avanzando en libertad responsable, entre la voluntad y el poder.
Cuando a los seres humanos, individual o
colectivamente, no nos enseñan a ejercer juiciosa y sensatamente nuestra
voluntad, y a obtener poder para que la voluntad sea eficaz, se crean personas
y generaciones incapaces, incluso, de
marcar su rumbo.
En las revoluciones mexicanas se ha
tendido, más inconsciente que conscientemente, a generar en los rebeldes la
liberación de voluntad, y la toma del poder; provocando, para ello, movimientos
centrípetos.
Los triunfadores en la Independencia,
animosamente sorprendidos al ejercer su voluntad, centraron y concentraron el
poder; los vencedores de la Reforma y los victoriosos en la Revolución
sintieron e hicieron lo mismo.
Pero cuando esos movimientos degeneran
en su desarrollo natural, sumando la torpeza de las autoridades en turno, se
les pudre la voluntad, el poder se atomiza, errática y centrífugamente.
Por eso, entre otros motivos, hoy
vivimos y sobrevivimos en la confusión, añorando con odio lo que se fue, y
maldiciendo, esperanzadamente, lo que viene, pero sin capacidad para comprender,
menos conducir, ese cambio.
Encabezados por algunos presidentes de
México, quienes actuaron con ignorante soberbia y corrupción, hemos venido
destruyendo el poder centralizado e institucionalizado, al que no hace mucho
respetábamos, y respetaban, las naciones del mundo.
Hoy ya no nos respeta ni Donald Trump,
gesto grotesco de un poder peligroso, a quien debemos vigilar para ver si es
todavía domesticable, pero a quien debemos ignorar, para ser nuestra vida
nacional por otro sitio, con nuestra digna y segura voluntad, concentrando
nuestro poder en las instituciones que estemos dispuestos a respetar en apoyo
decidido.
El poder político que antes, en el siglo
XX, estaba concentrado en el Presidente de la República, hoy anda al garete,
atomizado por doquier, sin sentido y sin rumbo.
El poder económico trajina fragmentado,
y aunque parece concentrarse en pocas familias, sus acciones caminan anónimas y
divagadas por el mundo de las bolsas de valores, sin patria, y sedientas vorazmente
de ganancias, a costa de quienes con su trabajo organizado generan nuestro
producto interno bruto. El capital solo, no produce nada.
Hasta el crimen organizado ha quedado
vivo y perverso, pero pulverizado, y según estudios serios, ha puesto en jaque
al desintegrado gobierno mexicano.
Ese peligroso movimiento centrífugo
fragmentado tiene, también, motivos mundiales. La actual generación con el
poder en EU está desarticulando la globalización, para su egoísta provecho.
Donde quiera hay desconcierto,
inseguridad brutal, caos sangriento, y los actuales personajes con poder diluido
están confundidos, lanzándose entre sí, el epíteto de "ése es un peligro
para México", cuando todos y cada uno de ellos han sido, y son, demasiado
peligros.