lunes, 16 de enero de 2017

LOGOS
Gallina de los huevos de oro
NI SECA NI MUERTA; RUMBO A EU
        Las metáforas, si se formularon con acierto pertinente, pueden contestarse con metáforas.
        El Presidente Enrique Peña Nieto, poco afortunado en lectura literaria, dio la sorpresa hace días con una figura de lenguaje, intentando explicar y justificar la reciente y peligrosa alza del precio en gasolina.
        En esa alegoría citó al animalito de la añosa fábula atribuida al heleno Esopo, (siglos 7 y 6 a. de n. e.) al aseverar: "La gallina de los huevos de oro se nos fue secando, se nos fue acabando; Cantarell producía 2 millones 200 mil barriles diarios, y hoy sólo produce 200 mil."
        Así, esa ficción presidencial está dirigida sólo a Cantarell, una parte de la capacidad petrolera de México, pues nuestro potencial se calculó en noviembre del 2015 en más de 98 mil millones de barriles de petróleo, según "Mexico Energy Data..."
        Por eso dudo que se haya secado la gallina de los huevos de oro, y menos creo que se haya muerto; acaso, sí, esa gallina con su rica producción está en proceso de entregarse a empresas transnacionales protegidas por EU, so pretexto de nuestra falta de técnica y capital, y para homologarnos a una falsa apertura globalizadora que el Presidente Donald Trump comenzó a destruir ya.
        El "hoyo de la dona" es un complejo valiosísimo que, estando principalmente en nuestro mar patrimonial, EU está succionando ilícitamente para su provecho. Todo esto, a detalle, debe conocerlo el pueblo de México para que con toda responsabilidad, dentro de nuestra Carta Magna, y de las normas internacionales, obremos en consecuencia.
        Ese imponente recurso energético, científica y humanísticamente bien utilizado, debe servir para el sano y sustentable desarrollo de los mexicanos, y no para empollar multimillonarios, extranjeros o nacionales.
        Tenemos la posibilidad de rediseñar nuestro futuro, reorientando la política de transporte para que no haya tantos automóviles que contaminan el aire que respiramos y hacen espesa la circulación en calles y carreteras.
        El peor uso para nuestro petróleo es cambiarlo por autos, pues es como volver a trocar oro por espejitos, cuando de ese hidrocarburo nuestros químicos pueden obtener más de tres mil derivados, entre alimentos, medicinas, vestidos, zapatos y materiales para edificaciones.
        También hay mexicanos con capacidad para fabricar vehículos, para servicio público y privado, que se muevan con una energía no contaminante.
        El patrimonio nacional no puede ni debe gastarse en la simulación educativa ni en el inútil servicio público.
        Es necesario que con el producto interno bruto de México se remunere satisfactoriamente a los trabajadores, quienes son los verdaderos generadores de esa riqueza.
        Recuperemos a la gallina de los huevos de oro, constituida por el trabajo calificado y productivo de los mexicanos, por los formidables recursos que nuestro territorio tiene, y llevemos a los cargos gubernativos a los mejores compatriotas.