LOGOS
México y Egipto
VUELTA A LA PÁGINA
Ocho turistas mexicanos asesinados en
Egipto, y seis compatriotas heridos. El conocimiento de este hecho, por motivos
internos y externos, sacudió a México.
Ante ese deplorable acontecimiento el
Presidente Enrique Peña Nieto se observó, en inicio, acertado y presto.
Ojalá que, siempre, todos los mexicanos
que legal o ilegalmente viajen al extranjero sintieran la protección y el apoyo
firme y humano de nuestro gobierno.
Así, con instrucciones precisas y en el
avión presidencial, viajó a Egipto la secretaria de Relaciones Exteriores
Claudia Ruiz Massieu; y en su mensaje leído se le notó poco segura de sí misma,
y más en algunas entrevistas posteriores.
Esa indecisión es explicable en quien se
siente sorprendida por un inesperado suceso de filosas aristas, pero no
justificable para un México con una tradición diplomática que aún tiene
embajadores de gran calidad y experiencia.
Nuestra canciller viajó miles de
kilómetros para tratar con un gobierno que quedó sin parlamento desde el 2012,
sin tribunales independientes, con el presidente Adelfatá al Sisi producto del
golpe de estado del 2013, y con Samah Shoukry, canciller de un gabinete que hace
días acaba de ser cambiado por tener altos grados de corrupción.
Ya ha regresado al país nuestra
secretaria de Relaciones Exteriores con los seis heridos, agradeciendo a las
autoridades egipcias su colaboración, describiendo como productivas sus reuniones,
pues ambos gobiernos han externado su pésame, decidiendo "dar vuelta a la
página de hechos traumáticos", y acordando esperar las conclusiones de la
investigación, antes de tomar decisiones apropiadas.
Curiosamente, después del golpe de
estado, las normas jurídicas de Egipto tipifican como delito toda conducta que
"se haga pública... y vaya en contra de la versión oficial vertida en los
casos de terrorismo". Decenas de personas están en prisión por ello.
Y es tal la corrupción en Egipto que el
hecho de los mexicanos lo han clasificado como terrorismo, supuestamente
análogo a los casos de narcotráfico y crimen organizado que padece nuestro
país, en donde también hay efectos colaterales cuyas víctimas siendo inocentes
pagan, como justos, lo que no pueden liquidar los pecadores.
Con cinismo Yasser Shaban, embajador de
Egipto en México, afirmó hace días: "No sabemos quién mató e hirió a los
turistas mexicanos. Nadie puede probar que fue el ejército".
Sería lamentable que ese hecho sólo
quedará dándole "vuelta a la página", pues igual se haría con otros
problemas que el gobierno mexicano tiene que enfrentar, como el de los hijos de
mexicanos nacidos en los Estados Unidos de América, a quienes ampara la
enmienda 14 de la Constitución de aquel vecino país, y a quienes está negando
Texas varios derechos humanos por carecer, sus padres, de pasaporte y visa.
¡Cuidado!; si todo se resuelve dándole
vuelta a la página, pronto no habrá vuelta ni página ni México.