LOGOS
Encierro, destierro,
o entierro
MOTIVÓ EL LENGUAJE
DE LAS ARMAS
El pequeño grupo que inició la lucha por
la independencia de la Nueva España, en contra de la Corona Española
representada en la colonia por el virrey y su séquito, pero humillada allá por
el poder de Napoleón Bonaparte, fue a partir del 16 de septiembre del 1810
encabezado por Miguel Hidalgo y Costilla.
Ese original colectivo insurgente no era
proclive a la violencia, pero fue orillado a ella por el despotismo de los
poderosos, sordos al sentimiento popular e insensibles a los requerimientos
sociales de inicios del siglo XIX.
Ni Allende que era oficial del ejército
realista, y cabeza visible de esa junta conspiradora, hizo elogio del uso de las
armas, menos aún quien fuera Rector del Colegio de San Nicolás Obispo.
Don Miguel Hidalgo, según lo describen
las personas de su tiempo, era de pocas palabras en el trato común, de
conceptos claros y elocuentes en la discusión; gente de ciencia, optimista,
obsequioso, hospitalario, complaciente, activo y gustoso de la agricultura,
industria, y artes manuales, asiduo lector, buen traductor, gustador del
teatro, excelente amigo, entregado a la buena mesa, al vino excelente, a los
debates, estudioso, viajero, analítico, inclinado a la música y al baile,
jugador de baraja, dados, gallero, atraído por las carreras de caballos y
corridas de toros. Gustaba de las mujeres, y muchas le respondían gustosas,
motivo por lo que fue padre, amén de eclesiástico, en lo familiar.
Perfil, ése, no cercano a la vocación a
la violencia política; sin embargo, siempre mostró discreta simpatía por la
independencia, como la mayoría de los intelectuales de ese tiempo.
Precisa y constantemente lo hace notar
Hidalgo en los documentos redactados y firmados por él durante su campaña, ya
enrolado en esa guerra necesaria.
En la carta fechada el 21 de septiembre
del 1810, dirigida a su amigo el intendente de Guanajuato Juan Antonio Riaño
para pedirle la rendición de la plaza, le narra cómo de iniciar con 15 hombres
tiene más de 4 mil armados, explicándole que ha avanzado tomando pueblos
"sin tener ninguna violencia".
Y le pide que se les entregue
Guanajuato, "mostrando una prudente condescendencia", porque así se
cuidarán "la conveniencia personal, los intereses, la paz... en término
satisfactorio."
En diciembre del 1810, desde el cuartel
de Guadalajara, expone los motivos de la guerra; y ahí observamos cómo analiza
las odiosas circunstancias que los condujeron a tomar las armas para la
violencia.
Indica la manera en que acabaron con la
felicidad, los atentados contra quienes lucharon por mejorar pacíficamente la
vida de todos, "mirándonos como hombres estúpidos, como manada de animales
cuadrúpedos sin derecho alguno".
En esa realidad, por él vista, para
quienes querían desarrollo sólo había encierro, destierro, o entierro, motivo
suficiente para dar lugar al lenguaje de las armas.
Quien cierra las opciones para
desarrollos y cambios verdaderos por el camino de la paz es, sin duda, el
productor de la violencia.
Aprendamos de nuestra Historia.