miércoles, 24 de julio de 2024

LOGOS

Choque de contrasentidos

ANDAMIAJE DE SOFISMAS       

        No cabe duda, el poder corrompe; empero, el poder, ahora, enloquece a quien lo ejerce.

        ¡Para muestra un botón basta!

Quien debía ser presidente, y no autócrata de México, exhibe su locuacidad revelada por su rostro trenzado de medio gesto y de media sonrisa mordaz, y dice: “Hay que limpiar la corrupción del Poder Judicial Federal”.

Ése, es un buen propósito; sin embargo, resulta extraño y peligroso que desee hacerlo a dos meses de dejar el poder.

Más propio resultaría que López, además, limpiara, primero, la corrupción del Poder Ejecutivo Federal; depravación ejecutiva que es billones de veces mayor que la del Poder Judicial.

Acusa con mala fe el ejecutivo López al Poder Judicial Federal: “dejan los jueces en libertad a presuntos delincuentes del crimen organizado”, sabiendo el presidente que él confesó públicamente que dejó en libertad a Ovidio Guzmán López (hijo del Chapo) sin más ni más, cometiendo un ilícito grave.

Respecto a los juicios penales que se instan en organismos jurisdiccionales del Poder Judicial Federal, en la mayoría de los casos las carpetas de investigación van pésimamente consignadas; y la culpa es del ejecutivo federal, quien a su cargo tiene a la fiscalía federal.

Es verdad que teóricamente es autónoma esa fiscalía; es decir, es descentralizada, pero de mentiritas, ya que siempre hace lo que le ordena el presidente.

Pero el presidente López argumenta: “los jueces deben corregir, perfeccionar de oficio, todos los equívocos de los ministerios públicos federales”; pero, si así lo hicieran, violarían la Carta Magna y sus leyes federales, pues los fiscales son una de las partes dentro de los procesos criminales, y la igualdad de las partes rige en todo juicio.

Por ello, sería un mejor propósito que el tirano López expresara: “Hay que limpiar la corrupción del Poder Ejecutivo Federal, comenzando por su fiscalía”.

En lugar de hacerlo así el presidente actual, vuelve a fabricar contrasentidos, que se le chocan entre sí: “La reforma al Poder Judicial Federal es para ir en contra de la delincuencia de cuello blanco”; cuando el primer pasó jurídico para eso, debe darlo la fiscalía, averiguando conforme a derecho las supuestas conductas delictivas, para armar las carpetas correspondientes”.

O sea, otra vez, primero hay que reformar al Poder Ejecutivo Federal, iniciando esa labor reformista en su propia fiscalía.

Y al presidente López yo lo veo, seguido, con cuello blanco, mientras el destacado periodista Ricardo Alemán asegura que Andrés es un criminal electoral, y Claudia una presidente espuria.

La realidad es que parientes, amigos, y colaboradores del presidente de la república han sido, con pruebas documentales, acusados de múltiples delitos, pero ni la fiscalía ni el presidente han hecho nada.

Algo que trae clavado entre ceja y ceja el aspirante a dictador, son los sueldos de los ministros. Los acusa de ganar “600 mil pesos mensuales, mucho más que yo, como presidente”.

Arma el presidente actual, relativo a sus ingresos, un andamiaje de sofismas.

Nos cuesta Amlo, como presidente, decenas de millones de pesos mensuales. Gana muchísimo más que los 11 ministros de la Honorable Suprema Corte de Justicia de la Nación, juntos.

Así que la actitud del presidente López es muy deshonesta y mezquina; él es un mal ejemplo. Se siente dueño de México. En el fondo, enfermizamente cree que él es el pueblo, y como rapaz concentrador del poder, hace y deshace a su antojo.

Dentro de su plebe sueña tener a sus pies a todos los jueces, magistrados y ministros. ¡Qué abusador, déspota y mentiroso!

Por cierto, la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos 2024 será este próximo 26 de julio, en París, Francia.

Si dentro de esos juegos hubiese un torneo de mentirosos, nuestro presidente López ganaría el primerísimo lugar, medalla de oro.