lunes, 19 de junio de 2023

LOGOS

Nulificar la elección presidencial

LAS MAÑAS DEL SEÑOR

        La lengua del presidente de México es lenta, y en la mayoría de los casos no alcanza a conectarla con su cerebro.

        Su preparación moral, educativa y cultural, es demasiado endeble; por eso presume tanto su ligero conocer, porque de saber carece.

        Ya en el ejercicio de su actual mandato formuló una crítica al presidente Lázaro Cárdenas del Río (michoacano), referente a que decidió su propia sucesión presidencial a favor de Manuel Ávila Camacho, en lugar de haberse decidido por Francisco J. Múgica, su radical paisano, a quien tanto debió.

        Y con firmeza subrayó: “Yo no me equivocaré de esa manera”.

        Ahora, al único paisano que tiene entre sus tres principales corcholatas es a Adán Augusto López, otro “López”, a quien cita diciendo: “Adán es mi hermano, a quien tanto le debo”.

        Adán, como secretario de Gobernación fue la mano radical del presidente. Parecía, o fingía, no quererse ir de su Secretaría de Gobernación, pero ahora sostiene una conducta original, llamativa y audaz, cultivando al presidente autoritario en franco declive.

El presidente Manuel Ávila Camacho trató con mucho respeto y cuidado al expresidente Lázaro Cárdenas del Río, a quien debió la presidencia; incluso, después de proporcionarle atenciones, lo nombró secretario de la Defensa Nacional en plena Segunda Guerra Mundial.

        Si el general Múgica hubiese sido presidente, por determinación de Lázaro Cárdenas del Río, desde mi perspectiva, no hubiera tenido las atenciones que el presidente Ávila Camacho le otorgó a don Lázaro.

        Claro que Múgica tuvo cualidades extraordinarias, pero el poder lo ejercía radicalmente a su estilo.

        Total, Adán Augusto también tiene su estilo; cultivador hoy, y en 2024 su personalidad radical en el ejercicio del poder saldría pronto a flote.

Transcribiré palabras melosas de Adán: “Siempre dije que los tiempos del señor son perfectos. Ha llegado ese tiempo… Busco ser sustituto de Andrés Manuel, aunque sé que él es insustituible, es de esos hombres que aparecen cada 100 años”.

        Para el soberbio y pagado de sí mismo, ese alago es miel en sus oídos; olvidándose de que lo insustituible no puede sustituirse.

        Esos tiempos del señor, en el siguiente sexenio se convertirán en los caprichos del señor, mentiras del señor, raterías del señor, ineptitudes del señor.

        Y es probable que ya ni siquiera le digan “señor”, sino que lo nombren con palabras despectivas; muy bien ganadas por Andrés Manuel, contumaz engañador con las palabras (siempre a favor de su interés malsano) y, acaso sin saberlo, encuadrado en un nominalismo presocrático y arcaico, desarrollado en el ‘Crátilo’ de Platón.

        Asegura el presidente: “Se acabó el dedazo”; pero él sigue ejerciendo el dedazo. Sólo le cambio de nombre y ahora le llama “encuesta”, y los resultados, de ésta, únicamente dependen de él.

        El presidente ha mandado a sus corcholatas (o precandidatos a la presidencia de la república) a “hacer su campaña electoral”, pero le puso otro nombre a esa labor: “delegados a favor de la democracia”.

        No se les “pagará” nada a esos delegados, dispuso el presidente, exclusivamente se les dará 5 millones de pesos a cada uno, para sus “gastos”, por lo pronto.

        Esa conducta forma parte de las mañas presidenciales de Andrés. Con cambio de nombres lo resuelve todo. Maquilla todo con palabras.

        A los “panfletos ideológicos”, insertos en los libros de texto gratuito, les llama “información científica”.

        Los cuantiosos “Ingresos honrados” de todos los obradoristas, son lo mismo que antes el presidente López denunciaba como “corrupción del gobierno”.

        A ese mañoso maquillador electorero, y a todos sus delegados ilegales y antidemocráticos, se les necesita aplicar las consecuencias jurídicas de sus actos ilícitos, por parte del INE, del TRIFE y de la SCJN.

        Empero, ¡mucho cuidado! Jamás debe nulificarse la elección presidencial, con el propósito perverso que tiene el tirano López.