LOGOS
Barco, capitán, tripulación…
EL TIGRE A LA VENTA
Repetitiva
analogía: un buque se cita como ejemplo de un país, el capitán equivale al
presidente, y los pasajeros son la población. Con estos elementos se arman diversos
razonamientos.
Ejemplificaré.
Ejemplificaré.
Lo
que le pase al barco afectará a los pasajeros y al capitán; por ello, toda la
gente a bordo debe conducirse correctamente, para que se navegue de excelencia,
en bien de todos.
El
buque puede ser afectado por algo externo: oleaje, choque, rayos, piratas; ante
esto, todos los embarcados requerimos estar unidos, organizados, disciplinados,
en torno al capitán.
Sólo
así saldremos librados del peligro respectivo.
Malo
sería que el capitán estuviese confabulado con los piratas, o que fuera incapaz,
irresponsable, mentiroso, sembrador de discordias.
Si el
capitán buscó y aceptó la responsabilidad de navegar con ese barco, debe
conservar y mejorar nave, no puede afectar a la máquina, no debe hacerle agujeros
a la embarcación ni destruir el timón o el mástil.
No debe
dividir a los pasajeros, ni ofenderlos ni violentarlos ni transgredir sus
derechos. Y si hay pandemia e inseguridad debe aplicar pertinentes medidas
sanitarias y jurídicas.
Ahora, de esa analogía paso al actual caso de México,
al presidente Andrés Manuel López Obrador, y a los mexicanos divididos por
razones económico sociales, pero hoy confrontados peligrosamente por la
irresponsabilidad de AMLO.
López
Obrador insulta, prejuzga, y sin el debido proceso juzga, sin tener
competencia: “rateros”, “corruptos”, “traidores a la patria”, sin previa
audiencia y sin pruebas legales y debidas.
Y la corrupción,
la inseguridad, desempleo, impunidad, salud, educación, economía, energéticos,
militarización, y los demás conflictos que ofreció resolver en llegando a la
presidencia; sobre esto, AMLO hace lo posible y hasta lo imposible para
empeorar a todos y cada uno de estos graves problemas.
Dentro
de este escenario, Jorge Zepeda Patterson, en el diario El País, nos invita a
reflexionar en el desgaste que se pretende hacerle al presidente AMLO, “abriéndole
hoyos en la balsa sólo porque no les gusta el viaje”, cuando es el propio AMLO
quien hace los hoyos en la balsa.
Es inconsistente esa parte del
artículo que cito, pues lamentablemente para México, AMLO y su débil oposición
le han hecho muchos hoyos a la balsa, pero en ese mal empeño el señor
presidente es indiscutible autor del 90% de los daños.
Lo acertado de ese trabajo
periodístico es el siguiente enfoque: “el problema no reside en él”, en AMLO; y
es verdad, siempre y cuando se trate del problema de fondo, puesto que con o
sin AMLO, nuestras viejas dificultades profundas siguen acrecentando y
agudizando sus contradicciones, junto con los nuevos ahogos provocados por
Andrés Manuel.
Mientras, AMLO sólo en su
repetitivo e ineficaz discurso dice ir rumbo a la solución de esos problemas.
Pero sus actos van en dirección
contraria a sus dichos.
Sus palabras y sus decisiones son
absurdas y contradictorias. Para regresar al pueblo lo robado hay que vender en
gran fraude el avión presidencial. Mañana venderá el aeropuerto de Santa Lucía,
el tren maya, aunque no se hayan terminado, y… el tigre, acaso ya se lo vendió
al gobierno de Trump.
Pese a lo anterior, conforme a
derecho, AMLO debe cumplir su ejercicio presidencial, ajustando su conducta al
sistema jurídico. Pero conforme a derecho AMLO puede y debe ser juzgado, y
destituido.
Siempre reprobemos al golpismo, y
defendamos todos los derechos humanos garantidos, entre ellos, el derecho a
manifestarse y a expresarse.