lunes, 24 de febrero de 2020


LOGOS
Ante estallido de la cloaca
UN DÍA SIN AMLO
                No hemos sido buenos, pero podemos ser mejores. Mujeres y hombres somos parte de la especie humana, y cargamos, ambos, nuestra zona reptílica junto con lo peor y lo mejor de nuestro desarrollo.
                Entendamos las etapas históricas del ser humano respecto a los dos géneros fijados por la naturaleza; incluso, a las naturales variables de ambos sexos.
                Pero evitemos que el pasado nos distraiga de las tareas y   responsabilidades que nos exige el gravísimo problema del feminicidio en el México actual, el que Andrés Manuel López Obrador gobierna.
                La muerte de una mujer, por ser mujer, por uno o varios hombres, o por una o varias mujeres, se ha dado en todos los tiempos y en todos los lugares del planeta.
                Pero en nuestro país se ha agravado en los años recientes por la masividad, por las deformaciones espeluznantes de nuestra forma de organización socioeconómica, y por los aterradores descuidos educativos, culturales y éticos, que sufre México.
                La tragedia que nos acaeció de la niña Fátima de 7 siete años en la CDMX cimbró a nuestra nación y ha alertado al mundo. Su asesinato y la intensiva publicidad de la noticia, en detalle, provocó el estallido de una de nuestras enormes cloacas, de vicios aterradores del ejercicio sexual deformado.
                Porque no es una aislada y sucia acción delictiva, sino múltiples casos que ponen al descubierto y subrayan las pavorosas deformaciones que tienen almas humanas, moldeadas por atmósferas enfermas.
                  Este no es un problema exclusivo de pobreza e ignorancia, ni de derechas o de izquierdas, ya que gente con deformaciones sexuales se dan por doquier.
                También en todos los niveles económicos, políticos, educativos, sociales o religiosos, encontramos seres humanos bien formados, conciliados consigo mismos y con su medio, de sólidos valores, con fuerte raíz familiar, que regulan y ajustan sus zonas bestiales.
                Ese agudo problema pudo reventar por muchas partes, pero detonó por esa débil área del género.
Todos aceptemos la servidumbre de nuestro deber, y conforme a un plan, pertinente, encaucemos un positivo auxilio para resolver esa cuestión relativa a la igualdad entre la mujer y el hombre, orientando a sanos y humanistas vínculos sexuales, con respeto, dignidad y decoro, entre las partes.
                Triste es que el presidente Andrés Manuel López Obrador no capte la magnitud de los problemas que el feminicidio arrastra consigo, aquí y ahora.
                Es ridículo que AMLO diga que el feminicidio de la niña Fátima es culpa de sus antecesores, del neoliberalismo, de los conservadores, que fue provocado por la derecha.
                Absurdo es que AMLO afirme que detrás del movimiento de las mujeres convocando para que el próximo 9 de marzo accionen como ellas lo denominan “un día sin nosotras”, o “un día sin mujeres”, están los enemigos de su gobierno.
                Ya que el peor enemigo de su gobierno se llama Andrés Manuel López Obrador. Ojalá reflexionara bien AMLO, aún es tiempo; y para ello podría tomar ejemplo de esas mujeres en acción, y organizar el presidente “un día sin AMLO”.
                Por mientras, consideremos, todos, que no hemos sido buenos, pero podemos ser mejores.