LOGOS
Primero los pobres
EN LA ERA AMLOZOICA
Hace tres días estrenamos presidente de
la república; y éste sigue hablando todo lo que quiere, repitiendo
machaconamente lo que viene diciendo desde hace años.
Dijo que antes de él todo estuvo mal, que
recibe un México quebrado; pero, a partir de su presidencia todo estará bien,
si le tenemos paciencia y confianza, porque no tiene derecho a fallarnos, como
le exigió ese joven ciclista "espontaneo".
El presidente Andrés Manuel López Obrador
necesita cuidar sus decires, pues hay mucha gente buena que le cree; pero lo
que haga, si no lo hace bien, resultará peligroso para los mexicanos.
Ojalá y con su tenacidad haga el bien a
todos, y el mal a nadie.
Rindió protesta ante el Congreso de la
Unión como Presidente de México, usando el viejo ceremonial del siglo XX, con
la diferencia de que el presidente AMLO se trasladó en auto modesto, y su
discurso, desformalizado, tuvo el moralismo popular de Cantinflas en la
película Su Excelencia.
No lo cito en demérito del gran actor ya
fallecido ni del político que lleva meses en el ejercicio del poder; ya que
ambos, estimados por muchos mexicanos, tocan el sentimiento humano respecto a
necesidades graves, apuntando soluciones simplistas oídas con agrado por la
concurrencia.
El ego de AMLO siempre disfrazado de
modestia quedó insatisfecho. Su sueño y ambición histórica lo llevó a organizar
otro evento más importante para él, agraviando, así, en lo profundo al Poder
Legislativo, aunque los miembros de éste ni siquiera se den cuenta.
En el Zócalo de la Ciudad de México armó
el presidente la ceremonia más importante según sus palabras, con el pueblo a
quien se debe.
Ese Zócalo con todo y sus calles aledañas
tiene una superficie de 46,800 m2. Si le quitamos las calles quedan 29,000 m2;
y si en cada metro caben 3 personas, para que no se ahoguen en la multitud, el
número de asistentes, cuando mucho, fue de 87 mil.
Es tradición que el gobierno mienta
cuando se trata de presumir capacidad de convocatoria, y al parecer sigue
mintiendo, aunque ya estemos en la nueva y honrada era amlozoica.
El nuevo presidente valora más ese baño
de pueblo, que el evento formal impuesto
por la Carta Magna; y él mismo lo anunció, usará los dos escenarios en su
mandato. Ante los representantes populares y de entidades federativas, y
directamente ante su pueblo. Esos 87 mil, él mal supone que representan a 120
millones de mexicanos, pues tiende, sin entender los graves problemas que
creará al modificar la Constitución para que se establezca una “república
democrática”, en lugar de una “república representativa”.
“Primero los pobres” es lo correcto, si
eso significa acabar con la pobreza, y no hacer más pobres para que su plan sea
permanente, y con ello asegure votos, a través de dádivas con el erario.
Pero
si termina con la corrupción y la inseguridad, la gran esperanza que ha
generado, quedaría satisfecha. Así de simple, pero así de difícil.