martes, 14 de agosto de 2018


LOGOS
La serpiente y el águila
CADA PRESIDENTE LOS INCUBA
       Con sus pensamientos expresados y sus acciones, cada presidente de México incuba el embrión (respectivo y a su estilo) de nuestros sempiternos símbolos: el águila y la serpiente.
       El presidente electo Andrés Manuel López Obrador, desde su ejercicio del poder, anticipado, empezó a empollar los suyos.
       Y no hay cosa que no tenga precio, y daños colaterales. ¡Todo a su tiempo!
       En Teotihuacán, en donde el hombre del poder se convierte en dios, el antropólogo Sergio Gómez y su equipo han encontrado una sala subterránea a la que hace cientos de años ingresaba quien iba a ser el omnipotente de ese tiempo, para recibir la fuerza del inframundo, nivel que sustentaba, en esa cultura, a los otros dos: a la tierra y al cielo.
       Los hombres vivían a ras de tierra, pero el huevo de la serpiente portaba directamente la energía de ese subsuelo, y el huevo del águila era el claro símbolo del cielo.
       El todopoderoso (en aquellas nuestras raíces) encarnaba a esos tres planos formadores de un todo.
       Quede preciso que a esas profundas esencias del poder, cada etapa postrera le ha hecho aportaciones, y no siempre pertinentes.
       Hoy, y en México, el poder del presidente se desplanta de un inframundo que le entrega el manejo de cerca de 5 billones de pesos, al tiempo que lo hace jefe nato de todas las fuerzas armadas; a esto le puede sumar su capacidad, y la autoridad moral que haya construido a la vista y aprecio de la población mayoritaria.
       Con ese riquísimo bagaje, inició AMLO su adelantado ejercicio; y como a sus antecesores, cada acierto es un punto a su favor, pero cada error son seis puntos menos.
       Y el poder desgasta, pero el no poder desgasta más.
       ¿Podrá AMLO y su equipo lograr (a base de buenas intenciones) que las víctimas y los ofendidos perdonen, sin olvidar, sin haber por parte de los victimarios una aportación suficiente que justifique el no castigarlos legalmente?
       ¿Podrá AMLO cumplir con respetar la separación de poderes, y las atribuciones legales de todos, y al mismo tiempo establecer que nadie ganará en el poder público más de 108 mil pesos, que será el ingreso mensual del presidente?, cuando quien constitucionalmente determina los sueldos a todos los funcionarios federales es la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, a través del Presupuesto de Egresos de cada año.
       El propio ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación afirma, para bien o para mal, que sus “remuneraciones dignas… no son en beneficio personal… ni mucho menos privilegios inconfesables… pues tener buenos jueces, independientes y confiables, hace a la democracia real y efectiva…”   
       Y los ministros de la SCJN no olvidan ni perdonan; no olvidan que la Ley no permite que sus sueldos bajen de monto, y no perdonan a quien quiera reducirles la paga.
       Ni los mexicanos olvidaremos ni perdonaremos el que se disfrace de delegados, del presidente, a cada líder local de MORENA.