LOGOS
Instituciones en
pudrición
RETORNO AL
CAUDILLISMO
En las elecciones 2018 no ganará MORENA. Triunfará,
al parecer, Andrés Manuel López Obrador. Se vota por el hombre, no por el
partido.
Aquella acertadísima decisión del grupo
encabezado por Plutarco Elías Calles, en 1928, se desquebrajó: “La época de los
caudillos termina; comienza el tiempo de las instituciones”.
Y no fue sólo la voluntad de AMLO la
causa para convertirse en personaje hegemónico, fue sobre todo la torpeza de
los ataques de sus enemigos, quienes durante sexenios lo cincelaron en su
faceta de individualidad caciquil.
José Antonio Meade, con todos sus pros y contras,
está en campaña presidencial por ser ciudadano; como tal lo impusieron en el
PRI, institución que ha sido el vientre de todos los partidos políticos del
México actual.
El nombre de Meade aparece más grande que
el tradicional círculo tricolor, emblema que induce al mexicano,
subliminalmente, a votar por su bandera.
Para Meade, y para quienes lo asignaron,
ser ciudadano es lo que vale, y no la institución partidista.
PAN, PRD y Convergencia Ciudadana, son
menos que Ricardo Anaya; él es lo valioso; por ello los ataques en su contra
son muy personales. Y más pronto que tarde, Richard regresará al país de sus
sueños: USA.
Jaime Rodríguez, el menos independiente
de los candidatos a la presidencia, es quien se individualiza más, por
“bronco”, y por sus rústicas propuestas, prontas a formar en el anecdotario
folclórico de la negativa picaresca mexicana.
Mientras, los enemigos de AMLO siguen
tonteando al atacarlo, ahora, por “adulto mayor”, cuando esto, a la vista, es
una de sus ventajas: entre la senectud honrada y un joven ratero, mil veces el
primero.
Incluso, muchos jóvenes mexicanos
huérfanos y pobres son atraídos, electoralmente, por el candidato que tiene
mayor imagen paternal, o de abuelo.
¡Cuidado!, no provoquen lucha de
generaciones.
Hay jóvenes muy sensatos, y viejos muy
inmaduros; muchachos flojos y envejecidos, y adultos laboriosos de alma
juvenil. Ninguna edad monopoliza el bien ni el mal.
El problema que se actualiza, y se
agrava, es el retorno del caudillo, colocado por encima de las instituciones;
la individualidad exacerbada frente a los colectivos generacionales; el “yo”,
que ya gané las elecciones, (aunque el día de la votación no haya llegado) pide
que votemos por sus candidatos a diputados y senadores al Congreso de la Unión,
para poder hacer todo lo que ustedes ya saben.
El “yo seré como Benito Juárez, Madero, o
Cárdenas, mis guías”, cuando ni es deseable ni posible; por el cambio
dialéctico, por la acción recíproca, por las transformaciones de calidad y
cantidad, y por la contradicción, principios que operan en todo el universo.
No permitamos que nadie esté en contra de
las instituciones, en sí.
Claro que hay instituciones en pudrición;
sustituyámoslas por otras mejores, que auxilien a la mayoría de los mexicanos,
sujetos pensantes, y jamás objetos de ningún caudillo.