LOGOS
La victoria del
perico
TLC DEL TIBURÓN Y LAS SARDINAS
El México de José Joaquín Fernández de
Lizardi (1776-1827) tiene similitudes con el actual: las potestades de la
injusticia, corrupción desmedida, educación simulada, desigualdad económica,
profusa inseguridad, dependencia de un país hegemónico, y confusión que genera
la rabia popular.
En noviembre de 1823 sale a la luz
pública, desde la imprenta de don Mariano Ontiveros, el periódico "El
hermano del perico que cantaba la victoria", ideado y escrito por
Fernández de Lizardi.
Ahí narra los "portentosos
diálogos" que sostuvo con su perico, siendo éste quien le platicó que su
hermano, "un perico de alma tonta", sólo le enseñaron a decir:
"¡victoria!", de tan mala suerte que cuando se lo llevó un hambriento
gavilán, no dejó de entonar el grito de "¡victoria!".
Y observe Usted, estimado lector, que
hasta en eso nos asemejamos los mexicanos de hoy a los de aquellos tiempos,
pues tenemos que soportar que nuestras distinguidas autoridades, a cada error
gubernativo, económico, diplomático, educativo, o político, manipulen la
publicidad oficial, a su alcance, para lanzar el grito oficial y hueco de: ¡victoria!
Seguimos careciendo de autoridades
serias y talentosas y, por ende, del ejercicio de una autocrítica honesta y
eficaz, que nos permita sacarle provecho hasta a nuestros errores.
Para ello, debemos reconocer nuestras
fallas y estudiarlas, a fondo y a conciencia, para superarlas y no repetirlas.
De las cosas importantes que han pasado
en nuestro país, en la mayoría de ellas ha intervenido el gobierno de EU; y
nuestra debilidad frente a los intereses de sus grandes capitales, más el
entreguismo que han ejercido no pocas administraciones mexicanas, nos han
conducido a la aceptación de esa voluntad extranjera.
Así llegamos, primero, al Acuerdo
General sobre Aranceles y Comercio (GATT) en el año 1986, organismo
internacional creado por EU para liberalizar el comercio bajo la careta de la
globalización beneficiosa para todos, pero en la realidad para llevarse la
tajada del león.
Como país subdesarrollado y débil,
México inició su abierta entrega al poderoso, con el grito oficial de
¡victoria!
Después, se nos impuso desde Wall Street
y Washington el Tratado Trilateral de Libre Comercio, diseñado y normado por
nuestro poderoso vecino del norte, como necesidad globalizadora y para
enfrentar, económicamente por parte de los Estado Unidos de América, al boyante
fenómeno económico de la Comunidad Europea.
Se nos asignó ese tratado con el sello
de made in USA, y aún a sabiendas de que el tiburón gringo era el socio de la
sardina mexicana, la exclamación oficial fue de ¡victoria!, ¡victoria!
Ahora en el estudio del TLC, para
supuestamente actualizar sus cláusulas, el gigantón irrespetuoso y majadero
hace y deshace a su exclusivo interés. Y volveremos a escuchar a nuestro
gobierno clamando la consabida ¡victoria!
No hay duda, el Pensador Mexicano sigue
vigente.