LOGOS
Tremenda
sobrepoblación humana
MATAR HA SIDO
RESPUESTA ERRÓNEA
Ese ser, que se auto llama “hombre”,
lleva demasiado de dios, pero tiene mucho de bestia; es un refinado producto de
la naturaleza que lo contiene, y que lo padece como su transformador porque la
destruye, al mismo tiempo que se mata a sí mismo.
Habita en ese
grumo de polvo cósmico al que ha llamado “Tierra”, localizado en insignificante
rincón de una de las miles de millones de constelaciones existentes, y
curiosamente se ama y se odia, construye y aniquila, ordena y descompone,
oscilando entre la paz y la guerra, para existir entre la vida y la muerte.
Cuando eran sólo
cuatro humanos en ese planeta, según uno de sus registros escritos, uno de
ellos, Caín, asesinó a la cuarta parte de la humanidad, a su hermano Abel. Fue
la primera y más grande masacre acaecida entre humanos. Jamás, se han
aniquilado tanto, ya que el 25% de la población asesinó al otro 25%.
Al escribir este
artículo, según información de Country Meters, la población mundial asciende a 7,544
millones de humanos, en números cerrados. Para equipararse a esa mortandad
bíblica, proporcionalmente se requeriría que 1,886 millones de seres humanos
mataran a esta misma cantidad de semejantes.
El hijo de Adán y
Eva usó para matar una quijada de burro. Hoy se requeriría una fuerza como la
nuclear para arrasar a la cuarta parte de congéneres.
Nuestro pasado
muestra la infinidad de instrumentos o métodos a través de los cuales el hombre
ha matado al hombre: con sus manos, sus píes, a mordidas, a golpes, con simples
piedras, agua, instrumentos punzo cortantes de toda índole, con tierra, venenos
extraídos de una enorme variedad de animales, vegetales o minerales, aire,
trapos, cuerdas, aparatos de tormento conductores a la muerte, electricidad,
guillotinas, gases, fuegos, armas químicas y bacteriológicas, bombas atómicas o
bombas aéreas convencionales, ahogos, aviones de pasajeros usados como cohetes
dirigidos, pasando por la actual moda, grandes y pesados automotores para
atropellar multitudes.
Ese enlistado no
es exhaustivo, sino sólo ejemplifica, ya que la multitud de formas para acabar
el hombre con el hombre es tan infinito como sus ocurrencias criminales.
Pero si una de
esas maneras de auto exterminio de los seres humanos es la propia y tremenda
sobrepoblación, creciente acelerada y peligrosa, ¿qué debemos hacer (si es que
tenemos que hacer algo) para con válidas razones y fundamentos legales, con
toda firmeza y eficiencia, tomar las medidas convenientes?
Es obvio, al
menos para mí, que el valor que debe orientarnos, para solucionar éste como
otros problemas, es el de la vida, y no exclusivamente la humana, sino el de
toda la vida que existe en la naturaleza.
Subyace como
respuesta, hasta ahora, que el matarnos los unos a los otros es una solución,
un avance; cuando dentro llevamos la fuerza de la vida, la que con inteligencia
y ética debe ejercer un Humanismo urgente e indispensable.