LOGOS
Masas enardecidas
PELIGROSAS PARA MÉXICO
Las
contradicciones generadas por nuestra forma de organización, en México, se han agravado
en lugar de resolverse.
En algunos
momentos parece que todo va a estallar, pero en lugar de la catástrofe presentida
se produce una pausa, en calidad de tregua salvadora.
Pero si
esa cesación se interpreta mal, y se valora como triunfo del gobierno, ese
respiro queda desperdiciado, y no se utiliza para recomponer lo descompuesto, y
para desarticular esas peligrosas contradicciones.
Nunca imaginamos,
los mexicanos, que íbamos a ver a compatriotas enardecidos exigiendo la caída
de Peña Nieto como Presidente de México.
Desde
el punto de vista de no pocos, el Presidente Peña ha cometido significativos
errores; empero, a esos equívocos no debemos sumar la insensatez de tronar la
estructura presidencial que sostiene al gobierno mexicano.
A
ninguna oposición gubernativa le convine dejar en escombros a las instituciones
nacionales, menos a los 120 millones de mexicanos.
Tenemos
corrupción, y al más alto nivel; inseguridad de orígenes nacionales y externos;
oxidada y maltrecha productividad; pésima distribución de bienes y servicios, con
riqueza extrema para pocas familias y pobreza en el 40% de nuestros
connacionales; mal sistema educativo; leyes sólo en el papel para guardar
apariencias, entre otras calamidades.
Paralelo
con lo anterior, o incluso entretejido, tenemos aún recursos naturales
extraordinarios; una infraestructura aceptable, con sus deficiencias, pero en
todos los sectores; una raíz histórica sólida y sana; y una mayoría poblacional
trabajadora, capaz de seguir desarrollando al país, honorable por su dignidad y
principios éticos, la que no permitirá que nadie destruya a México.
El
tamaño de nuestros problemas no supera a la gigantesca capacidad del pueblo
mexicano; y el Presidente de México debe tener esta seguridad, como también
necesita tener la certeza de que las circunstancias le exigen desempeñar un
papel que excede con mucho a su capacidad personal, por lo que urge que
aproveche las treguas, en estos dos años faltantes, para superarse a sí mismo,
y mejorar a su equipo con gente que sepa solucionar las dificultades que se
viven, y las que advendrán en el transcurso de estos últimos meses de su
sexenio.
No
basta ocultar la ineficiencia con una superficial gracia personal, hacer gestos
oratorios para proferir de corridito palabras que no se sienten, adoptar
actitudes acartonadas de supuesto tribuno, saludar y sonreír velozmente con
fingido comedimiento histriónico.
Es
necesario ser natural, no robar ni permitir que roben, conocer, respetar y
querer, a la población que representa, laborar y auxiliar en la organización
del trabajo de todos, con el honesto ánimo de solucionar problemas en
desarrollo de los mexicanos y el país, hasta el último segundo del mandato.
Las
masas enardecidas no piensan ni construyen. Los mexicanos construimos y
pensamos.