LOGOS
A México revuelto
GANANCIA DE PECADORES
GANANCIA DE PECADORES
El Papa Francisco fue bienvenido a México,
y su discurso coincide con lo que piensan los mexicanos, agregando él la forma
expresiva y su relevancia espiritual.
La costosa y errónea publicidad, que
saturó al país, empapó grotescamente al pueblo, generando expectativas que no
se lograron.
Concluida la ostentosa fiesta e ido el
vicario, se quedan, además de recuerdos de toda índole, resacas, cansancios,
malestares, deudas, tiraderos, dudas y desencantos, entre otras cosillas.
Queda también el México excomulgado; ya
que desde las anatemas a Miguel Hidalgo, a José María Morelos, pasando por las impuestas
a hombre de la Reforma, y de la Revolución, dichos decretos suscritos por el
alto clero, comúnmente agregaron con ánimos de disuasión: "Declaro
excomulgados también a sus secuaces, y a todos los que voluntariamente se
alisten en sus banderas, o que de cualquier modo le dieren favor o
auxilio..."
Y muchos mexicanos de esas tres etapas
de la vida de México se alistaron, como innumerables compatriotas existentes en
este 2016 se alistan, en las banderas de esos hombres buenos de nuestra
historia, y les dan favor y auxilio a sus ideas, palabras y acciones.
Mientras el Papa Francisco dejó pasar la
oportunidad de levantar, aunque con efectos simbólicos, la excomunión a millones
de mexicanos, a México.
Una de las reformas que puede realizar
el Papa Francisco es la de abolir para todo ministro de culto la obligación del
celibato, institución creada e impuesta por la Roma del Oriente, sin ninguna
base en la Biblia y, sí, una causa de la pedofilia y las desviaciones sexuales
que, como sistema, produce el clero católico, con sus honrosas excepciones.
Preferible que los sacerdotes se casen, y
lleguen a ser cabeza de una familia, como verdaderos y ejemplares padres, con
su compañera y sus hijos.
Por otra parte, el pueblo de México
debería de saber cuánto de su dinero se va anualmente para las arcas de El
Vaticano, y cuánto dinero llega de allá en ese mismo lapso, para cuidar que no
nos genere déficit, al igual que lo hagamos con todas las demás organizaciones
transnacionales que capitalizan inmensas fortunas, sorbiendo dinero por doquier.
En esta resaca que se inicia, real pero
no confesada, que nos genera el fin de esa fiesta, debemos analizar los decires
valiosos del Papa, a efecto de hacerlos instrumentos de labor social e
individual, para que sus conceptos no se queden como dolorosos ejemplos de las
misas para millonarios sordos cerebrales, u homilías dirigidas a masas que
buscan espectáculo y turismo religioso, depauperadas, sin sensibilidad ni
futuro.
Se fue el visitante, y el polvo levantado
a su paso ahora está recayendo para sepultar el entusiasmo público hastiado de
los medios de comunicación que explotaron, sin sentido, al Papa Francisco.
Después de ese embriague populista, la
vida real nos seguirá presionando, y a México revuelto, ganancia de pecadores.