lunes, 19 de octubre de 2015

LOGOS
Ni sexismo ni cuates ni cuotas
RESPETO A LA SUPREMA CORTE
        Juzgar a seres humanos es una responsabilidad enorme. Los órganos jurisdiccionales tienen como atribución el aplicar las normas jurídicas a casos concretos, con intereses controvertidos, que se les presenten.
        Quien juzga a humanos debe ser humano. El teocentrismo inició su declive desde el inicio del Renacimiento y, casi, ha dejado su lugar al antropocentrismo renacentista.
        Si juzgar humanos es una tremenda facultad, designar a los juzgadores es un delicadísimo deber, más cuando se trata de elegir a cada uno de los 11 miembros de la Honorable Suprema Corte de Justicia de la Nación; así, "Honorable" con mayúscula, como un firme recordatorio para todos los justiciables, pero sobre todo para los propios ministros, magistrados, jueces, y para todos los que en el Poder Judicial Federal laboran, para que obren siempre con honorabilidad.
        Conozco, por dentro, a los tres poderes: ejecutivo, legislativo y judicial; y aseguro que no me he encontrado en esos espacios laborales seres perfectos, pero los mejores recursos humanos los he observado en el judicial.
        Al Ejecutivo Federal y a los diputados y senadores del Congreso de la Unión los elige el voto ciudadano. A los ministros de la Corte los propone, por terna, el Presidente de México ante el Senado de la República, y éste los designa, salvo excepciones, según el artículo 96 de nuestra Constitución Federal.  
        Eso hace que equivocadamente haya quienes aseguran que el Poder Judicial Federal no es un auténtico poder, mal afirmando que sólo es un organismo "autónomo".
        La forma de nombrar a un ministro no tiene ningún efecto en el ejercicio de sus atribuciones, ya que, como tal, se separa totalmente de su procedimiento electivo y ejerce como los otros dos poderes la soberanía popular al cumplir sus atribuciones legales, conforme a los artículos 41 y 94 de la Carta Magna.
        Empero, cuando la opinión pública hace saber al Presidente Enrique Peña Nieto, y a los senadores, que descalifica la designación de ministros por sexismo, por cuatismo, y por cuotas, es que no acepta que lo vuelvan a hacer, y que deseamos como ministros a quienes, además de reunir los requisitos constitucionales correspondientes, sean honorables, capaces, trabajadores, con humanismo y amor a México, y jamás lacayos del Presidente en turno, de los partidos políticos, de los poderosos medios masivos de comunicación o de los multimillonarios del país, ni de pandilla alguna.
        Que no se designe a mujeres o a hombres sólo por el hecho de serlo, pues sería faltarles al respecto, ya que esa condición la tienen sin haber efectuado ningún esfuerzo.
        Los nombrados deben ser los mejores, con carácter para ejercer la soberanía frente a los otros poderes, no la autonomía. Con acato a la independencia de cada Juez de Distrito, de cada magistrado unitario o colegiado, de cada ministro, frente a un Consejo de la Judicatura y un Pleno.