LOGOS
Ni sexismo ni cuates
ni cuotas
RESPETO A LA SUPREMA
CORTE
Juzgar a seres humanos es una
responsabilidad enorme. Los órganos jurisdiccionales tienen como atribución el
aplicar las normas jurídicas a casos concretos, con intereses controvertidos,
que se les presenten.
Quien juzga a humanos debe ser humano.
El teocentrismo inició su declive desde el inicio del Renacimiento y, casi, ha
dejado su lugar al antropocentrismo renacentista.
Si juzgar humanos es una tremenda
facultad, designar a los juzgadores es un delicadísimo deber, más cuando se
trata de elegir a cada uno de los 11 miembros de la Honorable Suprema Corte de
Justicia de la Nación; así, "Honorable" con mayúscula, como un firme
recordatorio para todos los justiciables, pero sobre todo para los propios
ministros, magistrados, jueces, y para todos los que en el Poder Judicial
Federal laboran, para que obren siempre con honorabilidad.
Conozco, por dentro, a los tres poderes:
ejecutivo, legislativo y judicial; y aseguro que no me he encontrado en esos
espacios laborales seres perfectos, pero los mejores recursos humanos los he
observado en el judicial.
Al Ejecutivo Federal y a los diputados y
senadores del Congreso de la Unión los elige el voto ciudadano. A los ministros
de la Corte los propone, por terna, el Presidente de México ante el Senado de
la República, y éste los designa, salvo excepciones, según el artículo 96 de
nuestra Constitución Federal.
Eso hace que equivocadamente haya
quienes aseguran que el Poder Judicial Federal no es un auténtico poder, mal
afirmando que sólo es un organismo "autónomo".
La forma de nombrar a un ministro no tiene
ningún efecto en el ejercicio de sus atribuciones, ya que, como tal, se separa
totalmente de su procedimiento electivo y ejerce como los otros dos poderes la
soberanía popular al cumplir sus atribuciones legales, conforme a los artículos
41 y 94 de la Carta Magna.
Empero, cuando la opinión pública hace
saber al Presidente Enrique Peña Nieto, y a los senadores, que descalifica la
designación de ministros por sexismo, por cuatismo, y por cuotas, es que no
acepta que lo vuelvan a hacer, y que deseamos como ministros a quienes, además
de reunir los requisitos constitucionales correspondientes, sean honorables,
capaces, trabajadores, con humanismo y amor a México, y jamás lacayos del
Presidente en turno, de los partidos políticos, de los poderosos medios masivos
de comunicación o de los multimillonarios del país, ni de pandilla alguna.
Que no se designe a mujeres o a hombres
sólo por el hecho de serlo, pues sería faltarles al respecto, ya que esa
condición la tienen sin haber efectuado ningún esfuerzo.
Los nombrados deben ser los mejores, con
carácter para ejercer la soberanía frente a los otros poderes, no la autonomía.
Con acato a la independencia de cada Juez de Distrito, de cada magistrado
unitario o colegiado, de cada ministro, frente a un Consejo de la Judicatura y
un Pleno.