LOGOS
Política cuántica
UN MÉXICO INÉDITO
Nuestro país
ha fascinado a muchos extranjeros. México es una mezcla de gentes embrujadas
desde sus más recónditos orígenes hasta el año 2023, que vuela indetenible.
Lo que es
nuestro actual territorio tuvo inmigrantes, al parecer, desde hace 30 mil años,
por el norte, el sur y por sus mares, hasta consolidar a cerca de 130 naciones,
(subyugadas entre sí) antes de la llegada de los españoles en el año 1519.
Esa
población original se entremezcló a su ritmo, atraída por sus encuentros, en la
paz y en la guerra.
Lo mismo aconteció a los europeos llegados de las
españas, quienes quedaron maravillados, y amos como conquistadores.
Conquistados los indígenas originales, subsistieron (en
su alucinación) sujetos a la esclavitud, soportando la incomprensible
entremezcla sexual, entre muchas otras injusticias.
Todos los seres humanos somos mestizos; y, en esta certeza,
los mexicanos no somos la excepción.
Empero, nuestros antepasados, productos de esa
sexualización violenta y tormentosa, sufrieron lo indecible.
La seducción chusca y avispada (que nos brota por
naturaleza) es uno de nuestros perfiles.
Desde la Independencia de la colonia llamada por Hernán
Cortés la Nueva España, lograda (en una explicable paradoja) por Agustín de
Iturbide, acérrimo enemigo y vencedor de quienes iniciaron esa lucha
independentista con fines más amplios de carácter social, hasta el asesinato de
Luis Donaldo Colosio Murrieta, la vida de nuestra nación fue predecible,
siguiendo con puntualidad la ley de causa-efecto en el mundo de la política.
A partir de ese año (1994), empezó a dejarse ver la
política mexicana como un fenómeno social cuántico; es decir, impredecible, al
parecer caótico, sin leyes de causa-efecto, a la vista al menos.
Planck, Oppengein, Schódinger y Born; éste dijo “dios
juega a los dados”. Einstein le respondió: “dios no juega a los dados”. Y Born
le replicó: “deja de decirle a dios lo que tiene qué hacer”.
Todo eso lo expresaron epistolarmente, tanto para el
microcosmos, como para el macrocosmos.
Desarrollada la política cuántica en México de la manera
más absurda por políticos ineptos, traidores y corruptos, nos dirigimos al
desorden, a lo caótico, pero sin dejar nuestras incitaciones embaucadoras y
hechizantes.
El actual presidente mexicano viaja a Colombia y a Chile,
sin ningún sentido, acaso por cinco días, estando ya en México el 13 de
septiembre.
Pero antes de irse entregó, como brujo de barrio, el
“bastón de mando” del liderazgo de la 4T a su inventada, señalada y consentida,
Claudia Sheinbaum Pardo, báculo que le fue adjudicado exclusivamente al
presidente por los indios mixtecos, quienes ahora se sienten agraviados por el
desaire a su símbolo sagrado.
Claro que todo es una simulación. Le entregó el bastón,
pero no el mando. En este caso, ese objeto es más bien un fuste amenazador.
Sin embargo, no han faltado los mixtecos que aseguran que
ese mal uso a su prenda sacra acarreará muertes, males y caos.
Vivimos en un México inédito y cuántico que exige que, nuestras mejores mujeres y hombres, con un plan de gobierno inteligente y práctico, pongan un hasta aquí al tirano y a su 4T, es decir, a su cuarta tranza.