LOGOS
Y si
EU apresa
AL PRESIDENTE
DE MÉXICO
La aprehensión del general Salvador
Cienfuegos Zepeda, secretario de la Defensa Nacional en el sexenio del
presidente Enrique Peña Nieto por parte del gobierno de los EU, provoca
espasmo.
No sólo por privarlo de la libertad para
sujetarlo a proceso, allá, y no acá, sino por todas las dudas e implicaciones
que genera esa decisión.
Parece que no hay estado ni gobierno en
México; y, a su falta, el estado y gobierno estadunidense se encargan de aplicar
la justicia que aquí no se obtiene.
Recordemos lo que aseguró (al inicio de
su mandato) el presidente Andrés Manuel López Obrador: “Muchas gracias al
general Salvador Cienfuegos Zepeda, un extraordinario general, un hombre
institucional…”
También AMLO afirmó, hace dos años, que pidió
consejo al general Cienfuegos para designar como secretario de la Defensa
Nacional al general Luis Cresencio Sandoval González, agregando que éste “es un
militar honesto y leal a la patria”.
Todos recordamos que el presidente
Andrés Manuel manifestó (no hace mucho) qué, si pudiera, desaparecería al
ejército, y a todas las fuerzas armadas del país; y, al paso de los meses,
encontró que su mayor apoyo real era el ejército, la marina, y las fuerzas
armadas, a pesar de lo que cargan desde la malhadada guerra declarada al crimen
organizado.
El gabinete de AMLO, salvo excepciones,
ha sido la de un equipo inútil, deshonesto, ciego, sordo y mudo. AMLO así los
quiere.
La disciplina y capacidad de las fuerzas
armadas le han sido gratas, y las ha empleado, incluso, inconstitucionalmente.
Los fideicomisos de las fuerzas armadas están
intocados. Sus recursos económicos se multiplican como nunca. El poderío de
estas fuerzas ha crecido peligrosamente. No hay auditorías eficientes para los
recursos que se les dan. Y todo esto, en lo que va de este sexenio, sólo por la
voluntad autocrática del presidente López Obrador.
Así, “las bayonetas sirven para todo,
menos para sentarse en ellas”, según Charles Maurice Talleyrand-Périgord
(1754-1838), ministro de Napoleón Bonaparte.
Recordemos. EU es el gran demandante de
drogas en el mundo. EU le impuso a México la producción de marihuana, para que
sus soldados la consumieran en la Primera Guerra Mundial, en la segunda y en
las siguientes guerras.
Para vigilar y regular todos los
aspectos de su enorme y actual consumo (con extensa variedad de drogas) tienen
a la DEA, la CIA, al FBI. En esto no mete a sus militares.
México, desde hace algunos sexenios,
dispone para esos menesteres del ejército y la marina; y el antiguo
narcotráfico ha ampliado sus actos delictivos, usando poderosas y sofisticadas
armas y municiones que les entrega EU, en franca complicidad de intercambio.
De México salen drogas a EU, y de allá mandan
armas y municiones a nuestro país. Este intercambio es tóxico a morir.
La DEA y otras agencias armadas entran,
salen y se pasean por México como en su casa. Disponen o se coordinan con
nuestras fuerzas armadas, prefiriendo más a la marina que al ejército.
Esas agencias gringas y nuestras fuerzas
armadas establecen planes, programas y proyectos tácticos para regular
subrepticiamente la oferta y la demanda de enervantes.
Para ello, lógicamente, deben tener
contacto con los cárteles productores o comercializadores de esa aún ilícita
mercancía.
Supongo que esto deben autorizarlo, al
margen del sistema legal, funcionarios de alto nivel de México y de EU. Tanta
fuerza armada del crimen organizado y tantas decenas de miles de millones de
dólares no pueden estar sin control alguno.
En ese contexto, los secretarios de la defensa
y marina, y el de seguridad, viven sus riesgos.
Y su jefe nato, el presidente de la
república igual. ¿Qué acuerdos habrá con los EU al respecto?, y ningún
presidente ha sido ajeno a ellos, pues ninguno debe ni puede estar como florero
para estos graves asuntos.
Considero que el presidente de México y
el de los EU, llámense como se llamen, deben ser socios confiables en y para
todo este escabroso tema.
Así, quiera el destino que nunca vivamos
la sorpresa, y la humillación, de que el presidente de México sea aprehendido
por alguna de estas agencias estadunidenses.
Quien a hierro mata, a hierro muere.