LOGOS
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AMLO CACAREA EL
HUEVO
El presidente Adolfo López Mateos tuvo,
en su sexenio, destacados gobernadores en los estados del país.
Entre otros: Juan José Torres Landa,
Agustín Arriaga Rivera, Juan Gil Preciado, Manuel González Cosío, Juan
Fernández Albarrán, Fernando López Arias, Carlos Alberto Madrazo, José Ortiz
Ávila, Leopoldo Sánchez Celis, Julián Gascón Mercado, José Rodríguez Elías,
Enrique Olivares Santana, y Francisco Martínez de la Vega, quienes promoviendo
y generando obras de importancia supieron "cacarear el huevo".
En esa época de fines de los años 50 y
principios de los 60 del siglo XX se consideraba indispensable (aparte de hacer
obra pública y manejar eficazmente la política en todos los fenómenos sociales
en beneficio del desarrollo de la mayoría nacional) saber informar a la
población de la labor gubernativa y sus buenos resultados, para organizar a las
fuerzas productivas en esa dirección; es decir, sabían cacarear el huevo.
Ese trabajo de difusión publicitaria no
quedaba en las manos ni en la voz del presidente López Mateos ni en la de los
gobernadores mencionados, pues se tenía como veraz, socialmente, que el
"elogio en boca propia resultaba vituperio".
Ahora, durante el ejercicio del
presidente Andrés Manuel López Obrador, quien se otorgó la exclusiva de auto publicitarse
es el propio AMLO, pues se alaba, se alaba y se alaba, por sus repetitivos
dichos, sus irrelevantes hechos, y sus proyectadas e inexistentes obras, durante
la casi siempre aburrida prédica admonitoria de su conferencia mañanera.
Así, AMLO se encarga de cacarear un huevo
inexistente, para sostener con alfileres de saliva la noble esperanza de la
gente más necesitada de nuestro país.
Como candidato, aseguró Andrés Manuel que
en llegando al poder, el crecimiento económico de México sería del 4%, y al
concluir del 6%; que su política de seguridad pública nos conduciría de inmediato
a la paz; que ipso facto pondría a funcionar correctamente al sistema educativo
mexicano; y que nuestros problemas laborales finalizarían en tomando él las
riendas de la nación.
Pasan los días, las semanas y los meses,
y todo lo fundamental, en México, se encuentra atascado. Se le enredó la madeja.
Se le hizo bolas en engrudo.
Si cada uno de los 125 millones de
mexicanos voltea a su derredor, ve que las cosas y la vida siguen yendo de mal
en peor.
Por eso el presidente López Obrador toma la
absurda táctica de seguir cacareando lo inexistente, repitiendo sus viejas
promesas, y señalándoles lapsos cada día más lejanos.
Recientemente afirmó, "lograremos
bajar la inseguridad al 50%, y el crecimiento económico será del 4%", pero
al final de su administración. Y calificó, sin razonamiento: "el
pronóstico de bajo crecimiento sólo es una cantaleta de los críticos".
Todos deseamos que nuestro crecimiento
económico fuese del 6% o del 10% anual; pero sobre todo deseamos que el
presidente AMLO no nos diga mentiras.