domingo, 23 de junio de 2019


Fox, Felipe, Peña y AMLO
PRUEBAS DE NUESTRO AGUANTE  
        Samuel Ramos (1897-1959), primero, y Octavio Paz (1914-1998), después, dedicaron tiempo y talento para encontrar los perfiles que distinguen a lo mexicano.
        No han sido los únicos indagadores de esas peculiaridades étnicas, pero sí, los más destacados.
        El laberinto de la soledad, de Paz, retoma tema y elementos del libro de Ramos: El perfil del hombre y la cultura en México.
        Ambos a su estilo (y con ciertas diferencias) cumplen su propósito, y nos aportan el cómo somos, desde su visión.
        Los sintetizaré.
        De agudo mimetismo inconsciente, con supuesto complejo de inferioridad que resulta una máscara, nos auto denigramos, el indígena pasivo, el citadino mestizo o blanco activo, hipersensibles, falta de armonía con nosotros mismos, reprimidos, de actitudes patrióticas, huimos de sí mismos y nos refugiamos en mundos ficticios, de cultura superficial y de poco aprecio a ésta, de espíritu utópico los jóvenes, tendiendo a la pedantería para simular algo.
        Usamos máscaras para estar lejos de todo, hasta de nosotros mismos, la soledad del mexicano arma fiestas y actos públicos, en nuestras fiestas suele desaparecer el orden, parecemos indiferentes ante la muerte y la vida, el concepto de la chingada y el de la madre están muy ligados en nosotros, seguimos sintiéndonos hijos de la Malinche, introducimos anarquía en el lenguaje, la conquista española y la colonia sólo cubrieron nuestras costumbres ancestrales, el goce de la mexicanidad pasa por la lucha de contradicciones, lo que pone en vilo a la nación.
        Tanto Paz como Ramos nos sugieren que nos desprendamos de las máscaras, “porque sólo así podemos ser contemporáneos de todos los hombres.”
        La inteligencia esforzada y sensata de los dos pensadores es digna de admiración y respeto; pero lo mexicano en el 2019 ha tenido cambios causados por variados motivos, entre otros: la masificación, los avances cibernéticos acelerados, y la globalización.
        Además, a muchos pueblos del planeta se les pueden acomodar los rasgos que descubrieron en lo mexicano Ramos y Paz.
        Por otra parte, observo que los mexicanos (mestizos como son todos los pueblos del mundo) tenemos una gran capacidad de aguante, desde nuestro doloroso inicio, por ese revoltijo de ADNes tan sinuoso entre españoles a partir de 1519 y gente de 135 naciones originales en el territorio de lo que hoy es México.
        Quetzalcóatl les anunció la llegada de esos dioses en casa que flotaba en el mar; mientras, el Papa y la Corona Española se tardaron en afirmar que los aborígenes de las nuevas tierras descubiertas no eran animales, sino humanos. Así se mestizaron.
        Desde entonces el mexicano ha sido muy aguantador, y ha crecido frente a los castigos del destino.
        En la dureza del siglo XXI ha podido y ha sabido soportar, el mexicano, a los presidentes: Vicente Fox, Felipe Calderón, Enrique Peña, y a Andrés Manuel López Obrador.
        ¡Ésta es la mejor prueba de nuestro aguante!